Alexander Alekhine, a falta de una jornada, casi sellaba el segundo puesto en solitario en el Gran Torneo Internacional de Nueva York de 1927.
Su luchada partida ante Spielmann correspondiente a la penúltima ronda del certamen, mereció de todos los elogios, porque consiguió llegar a un final de torres con todas las de ganar y pese a los lógicos, por difíciles, errores cometidos por ambos bandos, ¡la ganó!.
Se trata del enfrentamiento Alekhine-Spielmann, (19), 1927, 1-0 en 69 largos y disputados movimientos (¡antes los ajedrecistas sabían remontar físicamente!) que fue analizada por Alekhine, Tartakower y Khalifman, en los tres libros de cabecera de este torneo y luego también en los que cubrieron la vida y obra del maestro francés de origen ruso, escritos por Raetsky & Chetverik y Kotov (en sus dos obras publicadas sobre Alekhine, la segunda en el tomo nº 4 de La Herencia).
Capablanca escribió sobre ella lo siguiente, en el periódico The New York Times:
"Spielmann no jugó bien la apertura y pronto Alekhine tuvo lo que consideramos una posición ganada; sin embargo, no pudo aprovecharlo al máximo, de modo que Spielmann logró zafarse de sus dificultades. No obstante, tan pronto como Spielmann tuvo un juego relativamente seguro, se equivocó una vez más y esta vez Alekhine aprovechó al máximo su oportunidad, con el resultado de que después de una larga lucha Spielmann tuvo que renunciar".
Veamos seguidamente el cálculo analítico efectuado por los dos mejores módulos informáticos del momento, de una partida que abría paso a una serie de encuentros excepcionales posteriores (sobre todo hasta 1937) del que iba a ser "cuarto campeón del mundo" (tras Steinitz, Lasker y Capablanca):
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