Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Marcha
K445/320c asociada al Divertimento K334/320b
La carrera deportiva de Lasker
comienza en el “6º Congreso Alemán de
Ajedrez” que se disputaría en Breslau en el mes de Julio de 1889, teniendo
Emanuel entonces 20 años de edad y habiéndose curtido previamente jugando en
algunos cafés de Berlín junto a su hermano mayor Bertoldo, que luego sería un
reputado doctor en medicina.
Lasker ganó el llamado “Torneo
Secundario” de aquel Congreso Alemán, mientras que su rival de siempre, el
entonces más afamado Dr. Siegbert Tarrasch, jugaría en el “Torneo Principal”
donde también conseguiría el triunfo final aventajando a avezados jugadores de
la época como eran Bauer, Gunsberg, Paulsen, Blackburne o Mason.
La performance de Emanuel en aquel, su primer torneo serio, fue de
+7=2 en las semifinales y +4-2 en la final y gracias a su triunfo, Lasker
consiguió el título “oficial” de Maestro
de Ajedrez, lo que automáticamente le posibilitaba jugar contra todos ellos
en los sucesivos eventos.
Se dio la curiosa circunstancia
de que para obtener tal título, Lasker se tuvo que aliar con el factor suerte (!?).
Y es que la diosa Caissa siempre ha apoyado a los mejores
a lo largo de la ya dilatada historia del noble juego-ciencia.
Resultó ser que el principal
rival de Lasker en la lucha por el título fue el ajedrecista Feyerfeil y en la
última ronda de la final había aplazado tras la primera sesión de juego (él con
blancas) ante Lipke.
En la reanudación de aquella
partida ambos ajedrecistas se dispusieron a colocar sobre el tablero la
posición del aplazamiento (de memoria) y omitieron colocar el peón blanco de
“h2” como muestra el diagrama que sigue y el árbitro del torneo tampoco reparó
entonces en aquel error, que fue descubierto de ¡manera casual! mucho tiempo
más tarde, una vez terminado el torneo…
La primera jugada de Feyerfeil
fue precisamente Tf2-h2 y la partida continuó como si nada hubiera ocurrido y
en la misma terminarían perdiendo las blancas, posibilitando dicha derrota que
Lasker empatase en el primer puesto.
En la partida posterior adicional
de desempate jugada entre Lasker y Feyerfeil ganó fácilmente el primero y por
eso obtuvo el mencionado título de “Maestro”
(!?), objetivo principal por el que Emanuel Lasker se había desplazado hasta
Breslau.
La historia nos cuenta que de no
haber obtenido en aquel primer intento el pergamino de “Maestro” posiblemente Emanuel Lasker se hubiera retirado
definitivamente de la práctica “seria” del ajedrez, pues había un acuerdo
previo entre Bertoldo y él, en donde en caso de no conseguir allí la maestría,
entonces Emanuel sólo se hubiera dedicado ya a sus estudios universitarios.
Esto resulta ser una anécdota
espeluznante, ¡sin duda!, para todos los grandes aficionados del ajedrez
mundial, porque gracias a aquel error, pudimos luego disfrutar de todo el
“genio ajedrecístico” que desarrolló el gran Lasker (!?).
De este torneo sólo se conservan
cuatro partidas de Lasker, y de las mismas, tres han sido seleccionadas por los
biógrafos de Lasker como partidas de buena calidad que reflejan cuál era su
ajedrez de entonces.
La primera de ellas, la “Reif-Lasker”, la ganó nuestro ídolo
después de una Apertura Bird, en donde las negras montaron un fuerte ataque en
torno al rey de las blancas, proponiendo una entrega de pieza que aún siendo
rechazada no pudo evitar la derrota de Reif.
La partida “Tietz-Lasker” fue comentada por Soltis en su libro sobre Lasker.
Ya apreciamos en la misma una
característica propia del genio alemán:
Cuando consigue una posición ventajosa no siempre se aplica en buscar
la mejor respuesta que la posición demanda (el precepto clásico del Dr.
Tarrasch); existen también otras jugadas secundarias que valen y más si las
mismas molestan o desesperan al contrario…
El cotejo se desarrolló bajo los
cauces de la Apertura Española, Variante Steinitz diferida.
Las blancas intentaron seguir con
un plan temático planteado ya en su época por Adolf Anderssen (como muy bien señala
Soltis) de jugar “h2-h3”, “g2-g4”, “Cb1-c3-e2-g3” con la idea de lanzarse por
el flanco de rey.
Por el contrario, Lasker sigue un
plan de contragolpe propio de Louis Paulsen que con el peón negro en “c5”
intenta controlar la casilla “d4”.
Por como se desarrolló
propiamente la partida, el joven Lasker, prefirió porfiar entonces por el
flanco de rey y con tres movimientos “atrevidos” de peones: …h7-h5!!, …g7-g6 y
…f7-f5! consiguió un feroz contrajuego.
No acertaron con el mejor plan
las blancas y pronto Lasker tras varios cambios de peones se hizo con el
control de la columna “g” y cuando todos pensaban que lo más fácil era coronar
la ventaja con la ganancia del peón blanco de torre de rey (la idea
clarificadora de Tarrasch), Lasker planeó “otra dirección” para su juego que
tras el cambio de piezas mayores entró en un final claramente ganador por las
debilidades blancas en el otro flanco (!?).
Así era Lasker desde un principio,
queridos lectores, ¡consecuente con su método de juego!.
Como consecuente también lo fue
Mozart mientras se “divertía” componiendo…
Wolfgang Amadeus Mozart:
Marcha en re mayor, K445/320c = 3‘ 43”
Divertimento en re mayor, K334/320b
1)
Allegro = 9’ 50”
2)
Tema con
variaciones (Andante) = 9’ 01”
3)
Menuetto = 4’ 31”
4)
Adagio = 11’ 00”
5)
Menuetto = 7’ 09”
6)
Rondo (Allegro) =
9’ 38”
Compuestos en Salzburgo en Agosto de 1779 (Mozart con
23 años).
El Divertimento K334 es la última obra
mundana que Mozart creó para fiestas salzburguesas de diverso signo.
La composición de este divertimento tiene
su origen en una celebración familiar que se desarrolló en la residencia de la
familia Robinig - unos burgueses salzburgueses amigos de los Mozart - con
motivo de la finalización de los estudios de uno de sus miembros, Siegmund von
Robinig, que se había licenciado en derecho.
Como otras composiciones similares, este
divertimento lleva asociada una marcha, la K445, creada, al igual que el
divertimento, en el verano de 1779.
En aquella época, Mozart vivía un cierto
estancamiento en Salzburgo, cumpliendo con sus funciones en la corte azobispal.
Pero entonces se produjeron algunos
hechos que favorecerían su posterior intento de trabajar sin las ataduras que
le retenían en su ciudad natal.
Por aquellos días entró en contacto con
algunas compañías de teatro ambulantes que recalaban en Salzburgo, entre ellas
la de Emanuel Schikaneder, libretista de “La flauta mágica” y, poco tiempo
después la corte bávara le haría el decisivo encargo de “Idomeneo, rey de
Creta”.
(Si desea escuchar la marcha y el divertimento que siguen, haga “click”
encima de cada enlace):
(Continuará)
Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com
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