Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Don
Giovanni, K527 (completa).
En la primera ronda (¡de veinte!)
del Torneo Pan-Ruso celebrado en
Vilnius (hoy capital de Lituania) en 1912, disputada el 19 de Agosto, Alekhine
(19 años) con las piezas blancas se enfrentaría a Nimzowitsch, con el que hizo
tablas, pues tras entregar una pieza no encontró nada mejor que forzar el jaque
continuo.
En la 2ª rueda, perdió con
negras, ante Flamberg, pero no podemos comentar algo de este cotejo porque la
planilla de la partida fue extraviada y al día de hoy, ha sido imposible
rescatarla; pues de hecho el libro del torneo fue al final cancelado al no
disponerse de todas las partidas del evento, pese a los intentos infructuosos
de localizarlas por parte de Maizelis (autor de un instructivo libro sobre
finales de peones), Romanov, Povarov, Gillam y Kalendovsky; que al final sólo
fueron capaces de recopilar 48 partidas de las 99 que se llegaron a disputar.
En la 3ª ronda, Alekhine, con
blancas, vuelve a caer derrotado, esta vez ante Levitsky, después de una
Apertura Inglesa con 1…e5, tras 41 movimientos.
Así, llegamos a la 4ª rueda,
donde el 23 de Agosto se disputó el bonito cotejo “Bernstein-Alekhine” que fue escogido tanto por Alekhine para
publicarlo en su libro titulado “Mis
mejores partidas 1908-1923”, como por Kotov para “La Herencia”, en concreto
para ser incluida dentro del “Tomo II –
Leyes del juego de posición” (que sí se editaría en 4 libros en castellano)
y la misma aparece aquí en el libro nº 2, dentro del Capítulo IV: “La realización del contrapeso material”,
sección: “Simplificación de la posición y
paso al final de partida”.
El cotejo siguió los cauces de un
esquema de juego probado por Carl Schlechter ante Emanuel Lasker en aquel Campeonato del Mundo disputado en Berlín
en el año 1910, trasponiendo luego “casi” a una Defensa Grünfeld.
Ossip Bernstein (también un
importante hombre de negocios) reculó en el medio juego con su caballo, en
lugar de intentar asaltar la posición central y concedió por ello, la
iniciativa a Alekhine, que dominó entonces permanentemente el centro,
asegurando su fuerte bastión central de “d5”.
Desde el punto de vista
estratégico esta decisión fue de capital importancia.
El negro terminó dominando el
tablero y pudo, a voluntad, iniciar un ataque en ambos flancos.
Surgió entonces el “famoso” juego de combinación de Alekhine, que
simplificó la posición, cambió damas y pasó a un final favorable, como muy bien
“catalogó” Alexander Kotov en su espectacular “estudio estratégico” del gran
genio del tablero.
El secreto de aquel final estuvo
en los peones negros en el flanco de dama que avanzaban antes que sus homónimos
blancos en el flanco de rey.
Pese a los insistentes recursos
“inesperados” de Bernstein por salvar el juego, Alekhine controló bien sus
intentos y terminó por “cazar” al alfil contrario, coronando de este modo un
bonito triunfo.
En la séptima crónica habíamos escuchado
la obertura de la Opera “Don Giovanni”, ahora nos vamos a
entretener con la ¡ópera entera!, pues como siempre digo:
¡Vive quién puede o no quien quiere!...
Wolfgang Amadeus Mozart:
Don Giovanni, K527. Opera en
dos actos. Duración: 2 h 54’ 11” (con subtítulos al castellano).
Compuesta en Praga, el 29 de Octubre de
1787 (Mozart con 31 años).
Don Giovanni es la historia de Don Juan.
El protagonista es un joven noble que
obliga a su criado a anotar en una libreta cuántas mujeres ha seducido y dónde.
Ya en los primeros compases de la
obertura (el inicio instrumental de la ópera) se oye enseguida que esta
historia no puede acabar bien.
La maldición que pende sobre el
protagonista es transmitida de inmediato al público mediante una música
amenazante.
La ópera empieza con Don Giovanni
intentando seducir a una mujer (Anna), pero no lo consigue.
Cuando el Comendador, padre de Anna, se
interpone entre su hija y Don Giovanni, este último lo mata. Esto ya marca la
tónica de la ópera.
La cosa acaba mal para Don Giovanni; su
conducta es castigada con la muerte y el descenso a los infiernos…
La acción transcurre en la Sevilla
(España) del S. XVII.
Existen óperas que han marcado un antes y
un después en el desarrollo histórico y estético del género. Entre ellas
encontramos composiciones tan distintas como “Orfeo” de Monteverdi, “Tristán e
Isolda” de Wagner, “Pélleas et Melisande” de Debussy y “Wozzeck” de Berg.
En tal desarrollo, “Don Giovanni” ocupa
un lugar muy especial y no en vano es considerada por muchos como una ópera
prácticamente perfecta, modélica en el aspecto dramático y en el musical: una
verdadera obra maestra.
En “Don Giovanni” existen todavía las
divisiones tradicionales en números cerrados y la distinción entre recitativos
y arias, pero la estructura remite a una concepción unitaria, de auténtico
drama, verdaderamente precursora de la ópera romántica.
“Don Giovanni” destaca por su agudo
sentido dramático, por la profundidad en el retrato psicológico de los
personajes, por su estructura y por otros aspectos de alcance estético y
formal, pero es indudable que la gran seducción que esta ópera ejerce en el
público se debe sobre todo a su generoso melodismo.
Mozart propone melodías bellísimas, una
tras otra y, cada una nos parece más cautivadora que la anterior y así hasta
llegar al final.
Como queda dicho, ¡una obra maestra en
todos los sentidos! y seguidamente, “subtitulada” al castellano (!?).
(Si desea “ver y escuchar” la ópera que sigue haga “click” encima):
(Continuará)
Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com
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