Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Sinfonía nº 40, K550.
En la novena ronda del Torneo
Internacional de Estocolmo de 1912, Alekhine, con blancas, hizo tablas con
Englund tras una Apertura Inglesa, tras 65 reñidos movimientos.
En la 10ª rueda y penúltima (pues
había un día de descanso individual para cada participante), celebrada el 5 de
Julio de 1912, la partida entre el colista Gustaf Nyholm y Alekhine (con
negras), sería la seleccionada por Kotov para el tomo I (en alemán) de “La
Herencia”, en la sección: “Las
combinaciones de Alekhine”, subsección: “La
explotación de piezas débiles”.
La partida, poco conocida, sería
también comentada por Alekhine, pero esta vez no para su gran colección de
“partidas selectas”, sino para el libro del torneo, editado por G. y C.Collijn,
en Estocolmo, bajo el título: “Nordiska
Schachftörbundets Sjäte Kongress med Turneringar” y estos análisis
(afortunadamente) aparecen en inglés en el famoso Tomo I sobre Alekhine de los
prestigiosos historiadores del ajedrez, Kalendovsky y Fiala.
La partida comenzó con una
Apertura del Centro (1.e4 y 2.d4). Nyholm planteó el peligroso Gambito Danés
(3.c3) y fue rehazado por Alekhine.
Lo que sucedería después tuvo que
ver con el cotejo Mieses-von Freymann de San Petersburgo 1909, con Nyholm
mejorando la posición de las blancas, en esta curiosa apertura.
El ajedrecista sueco estaba
realizando entonces una de las más bellas producciones de su vida ante el “ya”
gran Alekhine, en un torneo donde sólo obtuvo 2½ puntos de 10 posibles con
+2=1-7.
Debe ser apasionante para
cualquier jugador netamente inferior, poder enfrentarse “de tú a tú” a uno de los grandes “genios” de la historia y jugarle
de ese modo; quedando su partida ahí grabada para la posteridad y que gracias a
los incisivos “ojos” de Kotov, fue rescatada del montón y por ello, este
cronista, ahora aquí, la explica con la esperanza de que sea vista por muchos
otros…
Las blancas, en pleno medio
juego, en el 14º movimiento sacrificaron audazmente un peón para obtener la
iniciativa. Alekhine fue capaz de calcular “preciso” entonces hasta el momento
de un bonito sacrificio de su alfil de dama que se produciría en el 21º
movimiento, es decir, tuvo que calcular certeramente con ¡ocho movimientos de
antelación!, porque cualquier otra posibilidad lo hubiera llevado a la derrota
(!?).
A partir de ahí, Alekhine se
aprovechó de dos piezas menores débiles
de su rival mal ubicadas una detrás de otra en la columna “d” y explotó tal
condición (como nos explica brillantemente Kotov en “La Herencia”).
No obstante se dio la
circunstancia de que un grave error de Nyholm, sin duda sugestionado entonces
por esas “dos piezas débiles” dio al traste con la partida.
De haber jugado correctamente,
Nyholm podía haber pasado al ataque, en una posición que estando él con dos
peones de menos, hubiera tenido que ser su rival, nuestro ídolo del ajedrez, el
que se hubiera visto entonces obligado a pugnar por el empate (!?); como muy bien
nos muestra el diagrama que sigue con análisis a partir de 25.Cf3!, que es la
continuación “avalada” por Alekhine en sus comentarios y que ahora es analizada
por la nueva versión del módulo informático Komodo, la ¡9.42!.
Cerraría el torneo Alekhine jugando
en la 11ª ronda contra Giersing, el 6 de Julio, al que vence con blancas en
gran estilo tras un correcto sacrificio de un peón central en pleno medio
juego.
Procedamos seguidamente a
escuchar la sinfonía más célebre de cuantas nos legó el gran Mozart.
Wolfgang Amadeus Mozart:
Mozart: ¡Se admiten comparaciones!
Sinfonía nº 40 en sol menor, K550
I.
Molto allegro = 7’ 43”
II.
Andante = 7’ 50”
III.
Menuetto (Allegretto) = 4’ 25”
IV.
Finale (Allegro assai) = 6’ 42”
Compuesta
en el verano de 1788 (Mozart con 32 años).
Mientras la componía, Wolfgang sufrió la
profunda decepción de ver fracasar su “Don Giovanni” en Viena y vio morir a su
hija Theresia antes de que cumpliera un año de edad.
Esta composición refleja la tristeza y
las preocupaciones del compositor, pero hay también en ella una expresión que
podríamos considerar de esperanza en un ideal que no es sino la propia música.
Quizá por ello Mozart creó en esta
sinfonía una de sus obras más perfectas en lo que a estructura se refiere y
empleó de un modo absolutamente genial el contrapunto heredado de los grandes
maestros.
No fue escrita por encargo, por lo que
fue fruto de su inspiración creativa. ¿Acaso componía mejor si tenía las manos
libres?. Aunque sabemos que también compuso obras magníficas por encargo, este
cronista cree “rotundamente” que sí.
En realidad este cronista jamás se ha
planteado escribir sobre ajedrez por dinero o por encargo y es precisamente porque
piensa exactamente así.
¡Bien sea!.
(Si desea escuchar la sinfonía que sigue haga “click” encima de ella):
(Continuará)
Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com
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