Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Concierto para clarinete, K622.
El 12 de Abril de 1912 tuvo lugar
el match revancha entre las ciudades de Moscú
y San Petersburgo, esta vez celebrándose el encuentro en Moscú. Después de
6 horas de duración, Moscú fue derrotada de nuevo por 4,5 a 5,5 (San
Petersburgo seguía entonces bajo el influjo creador de Mikhail Chigorin!).
Alekhine, con negras y representando a Moscú hizo tablas ante Znosko-Borovsky,
quedando el genio ruso con la pareja de alfiles, pero la actividad de las
piezas blancas fue superior y al final tras aguda lucha se firmó el empate.
También por entonces, la Sociedad de Ajedrez de San Petersburgo,
siempre inquieta como estamos viendo, invitó a Alekhine para que participase en
su nombre junto con Levenfish en un “minimatch” por correspondencia con la
ciudad de Kazán, que comenzó en el Otoño de aquel año. Las dos partidas de
aquel duelo resultaron ser muy duras y terminaron de jugarse a mitad de 1914,
acabando ambas en tablas.
Y por fin llegamos a la primera
victoria obtenida en un torneo internacional por Alexander Alekhine. La misma
le llegó en el Torneo de Estocolmo de 1912 (disputado entre el 25 de Junio y el
7 de Julio), Alekhine todavía con 19 años.
El torneo fue de fuerza media y
de hecho los mejores ajedrecistas participantes quedaron todos en los lugares
punteros de la clasificación.
Fueron 11 jugadores y los cinco
primeros resultaron ser: 1) Alekhine con 8½ puntos de 10 posibles; 2) Cohn, 7;
3) Marco, 6½ ; 4) Olland, 5½ y 5) Spielmann, con 5 puntos.
El famoso editor del Wiener Schachzeitung y también
participante de aquel evento, Georg Marco, escribió ya entonces “rotundamente”
sobre Alekhine: “El león moscovita es
joven en edad pero maduro en conocimientos”. ¡Y no se equivocó!. Ya con
sólo 19 años el genio ruso tenía buena planta ajedrecística e iba hacia arriba
por el buen camino…
Georg Marco
En la primera ronda, Alekhine con
negras, le gana a Sjoberg tras una Defensa Holandesa Irregular. Luego se impone
en la segunda a Marco, planteando este último con las piezas negras, una
Defensa Philidor. Alekhine le atacó con fuerza por el flanco de rey.
En la tercera rueda se llega a la
partida Fridlizius-Alekhine, cuyos análisis de Alekhine sobre la misma fueron
rescatados por Peter Romanovsky (MI, AI y gran escritor de ajedrez) en la
revista de Marzo de 1956 de “Шахматы в СССР” (Ajedrez en la URSS).
La foto de la portada de esa
revista es muy reseñable, pues en la misma sale la hoy no muy conocida en
Occidente, pero que fue nada más y nada menos que 7 veces campeona absoluta de
la URSS, la maestra Valentina Borisenko Belova; siendo junto a la
“archiconocida” campeona mundial Nona Gaprindashvili, la que más veces se alzó
con el máximo entorchado de su país.
En la foto aparece recogiendo un
premio y se nos antoja que quien se lo entrega entonces pudiera ser Olga Rubtsova, que
sería nombrada campeona del mundo en aquella época de 1956 tras vencer en un
fuerte torneo triangular celebrado en Moscú.
Este cronista (¡por pura pasión
ajedrecística!) es muy observador y se entretiene siempre con cosas
interesantes como ésta que van surgiendo por su camino mientras prepara sus
crónicas.
En el aclamado libro “Complete Games of Alekhine – Volume I
(1892-1921)” de los famosos historiadores de ajedrez, Jan Kalendovsky y
Vlastimil Fiala, vienen traducidos al inglés aquellos comentarios de Alekhine
rescatados por Romanovsky, donde el maestro ruso fue derrotado en partida que
sería luego galardonada con el “premio de
belleza” de la competición sueca. Merece la pena que la vean, pues Alekhine
aunque termina perdiendo, primero montó un peligroso ataque que luego sería
contrarrestado por un fulminante contraataque del desconocido Fridlizius, que
sin lugar a dudas hizo allí ¡la partida de su vida!.
El GM Alfonso Romero, director de
la Editorial Chessy, me comentó no hace mucho que pronto saldrá a la luz lo que
sin duda será un bonito libro que traduce al castellano buenas partidas
históricas aparecidas en su momento en el “64-Шахматное Обозрение” (Semanario
64).
Ojalá que dicho libro dé mucho
que hablar y que le sigan más; pues aparte de estas dos revistas soviéticas hay
otras también de muy buena calidad y que merecen la pena que sus mejores
artículos y partidas sean traducidos; como por ejemplo los de las revistas Шахматы_Рига
(Ajedrez en Riga), Шахматный бюллетень (Boletín de Ajedrez – ¡la favorita de
Bobby Fischer!), ЦШК - Бюллетень Центрального Шахматного Клуба СССР – (Boletín
del Club Central de Ajedrez de la URSS) o Шахматная Москва (Ajedrez moscovita),
etc.
Así tras esta cadenza (de este cronista) llegamos a la
cuarta ronda del Torneo de Estocolmo de 1912, la que produjo el enfrentamiento
Alekhine-Cohn, disputado el 28 de Junio.
La misma fue escogida tanto por Alekhine
para su libro de “partidas selectas” como por el propio Kotov para ser reseñada
en el Tomo I (en alemán y nunca visto en castellano) de “La Herencia”, dentro
de la sección “Las combinaciones de
Alekhine”, subsección: “Golpes
tácticos al servicio de la estrategia”.
¡Cómo luchaba Alekhine!. El genio
ruso, siempre “sediento de victoria”, entrega un peón en plena apertura que las
negras pudieron y debieron haber tomado.
No lo hicieron (tal vez por
respeto desmedido al fuerte jugador de ataque) y se llegó entonces a un juego
complicado.
Parecía que era las negras las
que atacaban, pero Alekhine tenía ideada entonces una defensa fantástica que
hasta ¡ganaba la dama de su rival! si hubiera seguido con el ataque…
Resulta curioso observar aquí que
en “defensa”, Alekhine también era un ¡táctico!.
Tras las escaramuzas que
siguieron las blancas terminaron ganando un peón y se llegó a un final con dos
torres y dos piezas menores por bando y dadas las características de la
posición con el alfil y caballo negros mal ubicados en una esquina del enroque,
Alekhine volvió a iniciar entonces un complicado juego de combinación,
disponiendo de certeros golpes tácticos
al servicio de la estrategia utilizada, como muy bien calificó el siempre “atento”
maestro Kotov.
Nuestro ídolo del ajedrez fuerza
entonces una serie de movimientos obligados y hace que las negras tengan que
utilizar jugadas únicas para salvarse.
Después de todas aquellas
complicaciones, el juego se despejó, pues con un peligroso peón pasado y dos
caballos por una torre, las blancas no debieron haber tenido dificultades para
ganar la partida, pero como muy bien señala “jocosamente” Alekhine, él se
encontraba todavía “hechizado” por la serie de ¡jugadas de problema! anteriores
y comenzó a jugar “bonito” pero carente de lógica…
Tal sería el asunto que Alekhine
llegó luego a quedar hasta “casi” perdido, pero Cohn tremendamente “agotado”
(que es lo que suele ocurrirles, de tanto calcular, a todos aquellos que se
enfrentan alguna vez a estos genios del tablero, ¡miembros de mis trilogías
sagradas de grandes reyes del ajedrez!) cometió un error y Alekhine ya no soltó
más a su presa y terminaría ganando el cotejo.
Yo no sé ustedes, queridos
lectores, pero este cronista necesita parar cuando termina de ver una “obra de
arte” de las que aquí se exponen en este serial sobre “La Herencia
ajedrecística de Alekhine”; pues siempre llega el momento de reflexionar por
todo lo vivido al desarrollar estas magníficas partidas, en este caso,
escuchando al mismo tiempo, para esta ocasión, el concierto para clarinete K622 del gran Mozart, sin lugar a dudas, ¡una
de sus obras más lindas!.
Buscando a Mozart!!
Wolfgang Amadeus Mozart:
Concierto para clarinete y orquesta en la
mayor, K622
I.
Allegro = 11’ 59”
II.
Adagio = 7’ 43”
III.
Rondo (Allegro) = 8’ 40”
Compuesto
en 1791 (Mozart con 35 años).
Mozart escribió este concierto para
clarinete unas semanas antes de su muerte.
Estaba ocupado con todo tipo de
composiciones simultáneamente: La flauta mágica, el Réquiem, una cantata
masónica y la ópera La clemenza di Tito.
Es como si hubiese querido acabar todas
estas obras antes de cerrar los ojos por última vez.
Mozart compuso el concierto para
clarinete especialmente para Anton Stadler, un clarinetista con quien tenía una
gran amistad.
Stadler poseía un clarinete bajo que era
dos veces más largo que el corriente y que también tenía un mayor alcance.
Mozart y Stadler eran buenos amigos,
aunque circula la historia de que Stadler pedía dinero prestado a Mozart pero
nunca se lo devolvía.
De alguna manera, Mozart apreciaba tanto
a Stadler que no ponía ningún reparo y es que queridos lectores, los grandes
artistas nunca han prestado gran atención al dinero, una costumbre mundana y
que en muchos casos lleva al deterioro de la personalidad humana.
(Si desea escuchar el Concierto que sigue haga “click” encima de él):
(Continuará)
Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com
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