Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Sinfonía nº 41 “Júpiter”.
Tras el Torneo de Karlsbad 1911,
Alekhine regresó a su Patria a estudiar Derecho
en la Escuela Imperial de Leyes de San
Petersburgo y aprovechó para a finales de aquel año realizar sesiones de
exhibición tanto en partida en consulta como en sesión de simultáneas.
En aquella época no había
Internet, ni computadoras y los ajedrecistas se tenían que buscar unos a otros
para poder entrenarse y no perder la forma “práctica”.
Luego se hizo con la famosa
columna de ajedrez que había fundado Mikhail Chigorin (el padre de la Escuela
Rusa) en el periódico de la ciudad llamado Novoe
Vremya.
Mikhail Chigorin (1850-1908)
¡Qué bonito sería poder ver salir
a luz algún libro que recoga columnas de ajedrez del pasado!. No sólo ésta. Las
hemerotecas deben estar repletas de ellas. Recuerdo por ejemplo ahora las de
Robert Byrne en el New York Times y tantos otros…
En la actualidad, todas las
mañanas, este cronista lo primero que hace es ver la columna del “Maestro de
maestros del periodismo ajedrecístico internacional”, Leontxo García en el
periódico español El País. Es un deber sagrado (!?). Si queremos estar
dignamente bien informados de lo acaecido en el mundo del ajedrez diario,
conviene hacerlo (!?). Leontxo, por todo lo que significa (desde hace mucho
tiempo) es como nuestro Papa del Ajedrez
Mundial. ¡Amén!.
Hoy puedo decir, que gracias a
Internet, también poseo casi el 90% de la maravillosa labor informativa que en
su momento realizó el desaparecido MI Román Torán en su columna del periódico La Vanguardia. Costó sacarlas, ¡pero lo
logré!. Contabilizo unos ¡2600 artículos! de ajedrez realizados por Torán desde
mediados de los años 50 hasta 1994 (el año del último brillo de Anatoli Kárpov), momento en el que consideré parar
la búsqueda (aunque él estuvo hasta 2005, fecha en que lamentablemente
falleció).
A principios de Febrero de 1912,
Alekhine participó en el I Torneo de
Invierno de la Sociedad de Ajedrez de San Petersburgo, en donde obtuvo
ex-aequo el 1º lugar. Uno de los participantes en aquel torneo sería el que
fuera luego padre del 7º campeón del mundo, Vasily
Smyslov. Esa partida “histórica”, ¡se conserva!.
Fue en aquel evento donde el
cotejo “Potemkin-Alekhine” fue
escogido por Kotov para “La Herencia”, ubicándolo en el Tomo I (en alemán y
lamentablemente nunca publicado en castellano) dentro de la sección: “Ataques al Rey”, subsección: “El ataque a un rey que no se ha enrocado”.
Esta partida fue también escogida por Alekhine para que apareciera en su mejor
libro.
Fue una Defensa Siciliana, con el
Sistema Chigorin (2.g3!?) luego también popularizado por Tarrasch. Viendo la
facilidad con la que se pueden manejar las blancas en él, no sería nada de extrañar
que Magnus Carlsen la incluyera pronto en su repertorio y ¡adiós a las montañas
de teoría!.
Alekhine logró debilitar el peón
“d” de las blancas y ejecuta luego un movimiento de dama (12…Da5+!) que impide el enroque a a su rival.
A partir de ahí surgió una
tormenta de rayos y centellas sobre el tablero y Alekhine, siempre preocupado
de la “estética” del juego, ¡todo un gran artista!, regala su dama al rival
para ejecutar al rey enemigo ¡con sus dos caballos!. Aquello fue un “mate puro”
como así lo definió el genio ruso.
Este cronista va viendo
minuciosamente todas estas partidas encuadrándolas dentro de la sección de
Kotov correspondiente, al objeto de que aquel primer tomo sea de este modo
conocido al castellano; porque casi todos los hispanoparlantes llegaron a pensar que la “Herencia de Alekhine”
eran los cuatro libritos publicados en español, “desconociendo” que realmente
no es así.
Siempre estoy para corregir…
Desde el lado más alto de la “cultura ajedrecística”,
¡me muevo como pez en el agua!.
Queridos lectores, pasemos ahora
a escuchar una de las grandes sinfonías de Mozart.
Todos los miembros de mis
trilogías sagradas de grandes reyes del ajedrez (mas Morphy) no fueron/son de
este planeta (!?).
Ustedes ven el Sistema Solar,
pues todos ellos se criaron en el planeta de “mayor brillo”, ¡Júpiter! y la
música de esa gran sinfonía de Wolfgang Amadeus Mozart expresa el triunfo sobre las adversidades y es una
auténtica expresión de ¡vitalidad!
justo como las grandes partidas de todos estos genios del tablero (!!).
Wolfgang Amadeus Mozart:
Sinfonía nº 41 en do mayor “Júpiter”,
K551
I.
Allegro vivace = 11’ 17”
II.
Andante cantabile = 8’ 13”
III.
Menuetto (Allegretto) = 4’ 30”
IV.
Molto allegro = 6’ 28”
Compuesta
el 10 de Agosto de 1788 en Viena (Mozart con 32 años).
La Sinfonía de Júpiter logra la más
fecunda y gloriosa síntesis de la música clásica y la romántica.
Tan bien lo supo captar Wagner que,
cuando se dispuso a componer su única sinfonía, hacia 1830, tomó como “modelo”
la Sinfonía de Júpiter, que casi medio siglo después de haber sido compuesta
estimulaba su capacidad creadora hasta tal punto que el autor de “Parsifal y de
Tristán” sacó de ella las lecciones más útiles y los ejemplos más
esclarecedores (n.d.l.r.: algo
parecido ocurre en el mundo del ajedrez que Kaspárov cuenta muy bien en sus
cinco grandes volúmenes históricos titulados “Mis geniales predecesores”).
La Sinfonía de Júpiter anuncia por tanto
no sólo “La flauta mágica”, “La demencia de Tito” y el “Réquiem”, que las seguirán,
sino también el tumultuoso desarrollo de la música romántica propiamente dicha,
de Beethoven, Schumann y Brahms.
Concluyamos con la opinión de Saint-Foix:
“Con una elocuencia, una fuerza y una
gracia soberanas, el maestro domina, a sus 32 años, todos los elementos
utilizados por sus antecesores (n.d.l.r.: !?) más gloriosos y nos muestra lo
que la música ha hecho hasta él y lo que hará casi ¡cien años más tarde!.
Que la audición de semejante obra haya
sido demasiado para algunos no puede sorprendernos. Si este luminoso edificio
ha parecido velarse un poco, rozado por las más densas nubes del romanticismo,
hoy nos parece ¡más brillante!, ¡más airoso!, ¡más aguerrido aún que en el
pasado!. Con la luz de su do mayor se eleva en pleno cielo.
Lo cierto es que, a partir de 1789 ó
1790, la fuente de inspiración de Mozart ya no es la misma: una especie de
depuración, acompañada con frecuencia de una sensación de resignado cansancio,
da a su obra una belleza despojada de toda pasión, purificada de toda agitación,
testimonio de un ¡sosiego casi celestial!.
Mozart parece sellar así definitivamente
el periodo más romántico de su carrera, allí donde el ardiente tumulto de la
vida va a detenerse, pero dejándole aún tiempo para acceder a las más elevadas
regiones”.
N.d.l.r.: Mozart moriría el 5 de
Diciembre de 1791 y todo esto explica perfectamente el porqué, por ejemplo,
este cronista se entretiene hoy viendo las grandes producciones de Alekhine y “pasa”
de seguir el Torneo de Candidatos actual, mal estructurado por la FIDE, pues
una vez puestos, debió haberse organizado a “cuatro ruedas” y no a dos; otro
acto de racanería de quienes “mal”
gobiernan el mundo del ajedrez…
He dicho.
(Si desea escuchar la Sinfonía que sigue haga “click” encima de ella):
(Continuará)
Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com
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