Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Requiem, K626.
Esta crónica les invita a que
lean el tremendo “trabajo analítico” del GM Valery Salov
sobre la “ajetreada” vida de
Alexander Alekhine.
¡Sin más!.
en honor al eminente GM Lev Polugaevsky
(con penosa enfermedad irreversible por entonces);
Enhorabuena a Salov por
instruirnos sobre sus investigaciones que causan “escalofríos”:
Nosotros seguiremos en estas
próximas crónicas con la faceta creativa de Alekhine exclusivamente dentro del
mundo del Ajedrez, que es lo que nos ocupa, pero es “lícito” que cada cual
pueda sacar sus propias conclusiones sobre la “aguda” personalidad de este
genio del tablero.
(muchos creemos que fue asesinado)
circunstancias de su muerte.
Sí parece apropiado adornar ahora esta majestuosa crónica y más cuando comienza hoy la “Semana Santa” (con este DOMINGO DE RAMOS), con la famosa Misa
de Réquiem de Mozart (¡completa!).
Wolfgang Amadeus Mozart:
Réquiem en re menor, K626 (completado por Franz Xaver
Süssmayr (1766-1803)
1) Introitus:
Réquiem = 5’ 15”
2) Kyrie = 2’
39”
3) Sequentia:
Dies irae = 1’ 52”
4) Tuba mirum = 3’24”
5) Rex tremendae = 2’ 03”
6) Recordare = 5’ 30”
7) Confutatis = 2’ 47”
8) Lacrimosa = 3’ 03”
9) Offertorium:
Domine Jesu = 3’ 54”
10) Hostias = 4’ 38”
11) Sanctus =
1,39”
12) Benedictus = 5’
18”
13) Agnus Dei =
3’ 10”
14) Communio: Lux
aeterna = 5,48”
Total: 51’ 04”
Compuesta en su gran parte por Mozart en Viena, de
Julio a Noviembre de 1791.
Un día de verano de 1791 (Mozart con 35
años y cinco meses antes de su muerte, acaecida el 5 de diciembre de aquel año)
llamó a la puerta de la casa del músico un emisario del conde Walsseg-Stuppach,
compañero del compositor en la “logia masónica” de Viena, para proponerle la
creación de una misa de difuntos.
Mozart nunca conoció la identidad de
quien le hacía el encargo, pero respondió con una gran composición coral, el
Réquiem.
El conde quería honrar la memoria de su
esposa con una misa de difuntos escrita por él mismo, pero pensó que Mozart lo
haría mucho mejor y le encargó la obra creyendo que podría estrenarse como si
él, y no el maestro salzburgués, la hubiera compuesto.
Sin embargo, Mozart la dejó incompleta al
morir y el manuscrito no llegó al conde, sino a un discípulo de Mozart, Franz
Xaver Süssmayr, quien la terminó.
Ninguna obra de Mozart ha sido durante
tanto tiempo tan gloriosamente célebre como esta obra (aún sabiendo que no es
totalmente suya); ninguna ha suscitado tantos comentarios líricos; ninguna, en
fin, ha sido utilizada como argumento decisivo por los defensores de la leyenda
de un Mozart ferviente católico, de un Mozart viviendo sus últimos meses con el
desprendimiento interior de los místicos, etc.
El examen del manuscrito permite decir
con una gran precisión lo que es del propio Mozart y lo que es de otros
(generalmente de Süssmayr y, en algunos puntos de Eybler).
Son obras de Mozart las dos primeras
partes (Réquiem y Kyrie). Los cinco primeros fragmentos de la Sequentia (Dies
irae, Tuba mirum, Rex tremendae, Recordare y Confutatis) son principalmente de
Mozart; él mismo ha anotado las partes vocales, el bajo cifrado y algunas
indicaciones instrumentales; la orquestación en su conjunto, es de Süssmayr. El
Lacrimosa (sexta y última parte de la Sequentia) está bosquejado por Mozart,
pero hasta el último compás solamente (hasta las palabras: “judicandus homo
reus”) y todo el resto es de Süssmayr.
Los dos fragmentos que componen el
Offertorium (Domine Jesu y Hostias) son principalmente de Mozart, en el mismo
sentido anterior y, orquestados por Süssmayr.
Finalmente el Sanctus, el Benedictus, el
Agnus Dei y la Communio: Lux aeterna son por entero de Süssmayr.
Habría que recordar las principales
etapas de la historia póstuma del Réquiem. El conde Walsegg la recibió completa
(tras haberla pagado por anticipado), tras la muerte de Mozart y la hizo
ejecutar como si fuera obra suya por los músicos de su capilla el 14 de
Diciembre de 1793.
Pero en el intervalo, el Réquiem se había
dado ya en Viena en 1792 gracias a Van Swieten.
La atribución del Réquiem a Wolfgang
Amadeus Mozart sería pues pronto de dominio público y el conde Walsegg no
pareció inquiertarse jamás por ello ¡y más le valió!...
(Si desea escuchar el Réquiem ¡completo! haga “click” encima):
La tumba de Alekhine en el cementerio de Montparnasse en París.
Las flores están colocadas en las casillas d2, b3, c5, e6 y g5 vinculadas a
los saltos del caballo de ajedrez o... ¿a su legado "cabalístico" masónico?...
(Continuará)
Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com
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