domingo, 20 de marzo de 2016

La “Herencia Ajedrecística de Alekhine” tal y como yo la veo (VIII)


Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Requiem, K626.


Esta crónica les invita a que lean el tremendo “trabajo analítico” del GM Valery Salov
GM Valery Salov, dos veces candidato 
al título de campeón del mundo y ya retirado 
de la práctica magistral desde la llegada del S. XXI

(Para ver el vídeo del GM ruso Salov analizando en castellano, haga "click" aquí): 

sobre la “ajetreada” vida de Alexander Alekhine.
¡Sin más!.

El libro de aquel magnífico torneo donde se obligó a todos los 
participantes a que jugaran exclusivamente la "Defensa Siciliana" 
en honor al eminente GM Lev Polugaevsky 
(con penosa enfermedad irreversible por entonces);
 autor, a su vez, de uno de los mejores libros de la historia 
sobre una de las Variantes de la Defensa Siciliana 
que llevó "dignamente" su nombre

Aquí está la bonita portada del libro mencionado:
Todos los devotos de la Defensa Siciliana, deberían 
leer primero que nada este "excelente" libro, de obligada lectura

Enhorabuena a Salov por instruirnos sobre sus investigaciones que causan “escalofríos”:

(Para leer las indagaciones de Salov haga click aquí):


(Para ver los resultados de Salov en aquel gran torneo bonaerense de 1994 haga click aquí):

Nosotros seguiremos en estas próximas crónicas con la faceta creativa de Alekhine exclusivamente dentro del mundo del Ajedrez, que es lo que nos ocupa, pero es “lícito” que cada cual pueda sacar sus propias conclusiones sobre la “aguda” personalidad de este genio del tablero.

El cadáver de Alekhine yace junto a su tablero de ajedrez
 en una habitación de hotel en Estoril (Portugal) tras las "enigmáticas" 
(muchos creemos que fue asesinado) 
circunstancias de su muerte.

Sí parece apropiado adornar ahora esta majestuosa crónica y más cuando comienza hoy la “Semana Santa” (con este DOMINGO DE RAMOS), con la famosa Misa de Réquiem de Mozart (¡completa!).
             
Wolfgang Amadeus Mozart:


Réquiem en re menor, K626 (completado por Franz Xaver Süssmayr (1766-1803)

1)       Introitus: Réquiem = 5’ 15”
2)       Kyrie = 2’ 39”
3)       Sequentia: Dies irae = 1’ 52”
4)                          Tuba mirum = 3’24”
5)                          Rex tremendae = 2’ 03”
6)                          Recordare = 5’ 30”
7)                          Confutatis = 2’ 47”
8)                          Lacrimosa = 3’ 03”
9)       Offertorium: Domine Jesu = 3’ 54”
10)                            Hostias = 4’ 38”
11)    Sanctus = 1,39”
12)    Benedictus = 5’ 18”
13)    Agnus Dei = 3’ 10”
14)    Communio: Lux aeterna = 5,48” 

                                                                                Total: 51’ 04”
  
Compuesta en su gran parte por Mozart en Viena, de Julio a Noviembre de 1791.

Un día de verano de 1791 (Mozart con 35 años y cinco meses antes de su muerte, acaecida el 5 de diciembre de aquel año) llamó a la puerta de la casa del músico un emisario del conde Walsseg-Stuppach, compañero del compositor en la “logia masónica” de Viena, para proponerle la creación de una misa de difuntos.
Mozart nunca conoció la identidad de quien le hacía el encargo, pero respondió con una gran composición coral, el Réquiem.
El conde quería honrar la memoria de su esposa con una misa de difuntos escrita por él mismo, pero pensó que Mozart lo haría mucho mejor y le encargó la obra creyendo que podría estrenarse como si él, y no el maestro salzburgués, la hubiera compuesto.
Sin embargo, Mozart la dejó incompleta al morir y el manuscrito no llegó al conde, sino a un discípulo de Mozart, Franz Xaver Süssmayr, quien la terminó.
Ninguna obra de Mozart ha sido durante tanto tiempo tan gloriosamente célebre como esta obra (aún sabiendo que no es totalmente suya); ninguna ha suscitado tantos comentarios líricos; ninguna, en fin, ha sido utilizada como argumento decisivo por los defensores de la leyenda de un Mozart ferviente católico, de un Mozart viviendo sus últimos meses con el desprendimiento interior de los místicos, etc.
El examen del manuscrito permite decir con una gran precisión lo que es del propio Mozart y lo que es de otros (generalmente de Süssmayr y, en algunos puntos de Eybler).
Son obras de Mozart las dos primeras partes (Réquiem y Kyrie). Los cinco primeros fragmentos de la Sequentia (Dies irae, Tuba mirum, Rex tremendae, Recordare y Confutatis) son principalmente de Mozart; él mismo ha anotado las partes vocales, el bajo cifrado y algunas indicaciones instrumentales; la orquestación en su conjunto, es de Süssmayr. El Lacrimosa (sexta y última parte de la Sequentia) está bosquejado por Mozart, pero hasta el último compás solamente (hasta las palabras: “judicandus homo reus”) y todo el resto es de Süssmayr.
Los dos fragmentos que componen el Offertorium (Domine Jesu y Hostias) son principalmente de Mozart, en el mismo sentido anterior y, orquestados por Süssmayr.
Finalmente el Sanctus, el Benedictus, el Agnus Dei y la Communio: Lux aeterna son por entero de Süssmayr.
Habría que recordar las principales etapas de la historia póstuma del Réquiem. El conde Walsegg la recibió completa (tras haberla pagado por anticipado), tras la muerte de Mozart y la hizo ejecutar como si fuera obra suya por los músicos de su capilla el 14 de Diciembre de 1793.
Pero en el intervalo, el Réquiem se había dado ya en Viena en 1792 gracias a Van Swieten.
La atribución del Réquiem a Wolfgang Amadeus Mozart sería pues pronto de dominio público y el conde Walsegg no pareció inquiertarse jamás por ello ¡y más le valió!...
    
(Si desea escuchar el Réquiem ¡completo! haga “click” encima):


La tumba de Alekhine en el cementerio de Montparnasse en París. 
Las flores están colocadas en las casillas d2, b3, c5, e6 y g5 vinculadas a 
los saltos del caballo de ajedrez o... ¿a su legado "cabalístico" masónico?... 

(Continuará)

Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com

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