Capítulo VIII: Un rey a la espera
Finalizado el Torneo de San Petersburgo 1914,
Capablanca fue destinado como diplomático a Berlín, pero por los problemas que
estaban surgiendo con motivo de lo que luego sería la I Guerra Mundial, no aceptó el cargo y pronto marcharía desde
aquella ciudad alemana hacia París, con la idea de dirigirse a Cherbourg, tomar
un barco y partir hacia Buenos Aires, travesía aquella que coincidió con el
estallido de la gran guerra y que resultó al final ser una auténtica “odisea”
para Capablanca; como muy bien cuenta, con todo lujo de detalles, Miguel Angel
Sánchez en su biografía del genio.
Lamentablemente, el ser humano no
sabe estar sin “pelearse”. A mayor rango, mayor probabilidad de pelea (??).
Aquella triste guerra hizo que
tuvieran que pasar CINCO años sin apenas grandes torneos y Capablanca gracias a
su gran talento, combinado con su buen “look”, se las arregló para vivir de lo
que le daban sus exhibiciones.
A Buenos Aires llegó en Agosto de
1914 y estuvo allí hasta mediados de Diciembre.
El 26 de Enero de 1915 se luce en
Brooklyn y comienza también a dar clases de ajedrez en series totales de “10
lecciones”.
En el mes de Febrero realizó dos
exhibiciones más en el Manhattan Chess
Club y según Sánchez hay creencias que muestran que ya entonces empiezan a
manifestarse señales de “tensión alta” en el maestro cubano…
Le organizan una Simultánea Gigante en Nueva York y luego
desde el 1 de Marzo hasta el 7 de Abril realiza un tour por 10 ciudades estadounidenses hasta que a finales de aquel
mes compite en el Torneo Nacional
Americano, disputado en Nueva York, en donde consigue la victoria con un
punto de ventaja sobre Frank Marshall.
Miguel Angel Sánchez comenta tres
partidas de aquella competición.
El 27 de Mayo, Capablanca, ¡por
fin!, parte para Cuba, pero pasando primero por Tampa (Florida) donde se vuelve
a exhibir.
Cuando llega a su país es
recibido con grandes honores y hasta lo espera en puerto, ¡una banda de
música!.
El "aclamado" Capablanca
¡Qué vida aquella tan apasionante
y que triste la que nos toca vivir a la mayoría de nosotros!. Vamos de casa al
trabajo y del trabajo a casa, sin música y sin nada. Resignados…
José Raúl arregla asuntos con el
gobierno cubano y lo destinan inmediatamente a Nueva York donde ejercerá
funciones en la Oficina de Inmigración y llega el 3 de Noviembre de 1915 para
volver a realizar pronto una serie de exhibiciones por todo el país.
Hace un paréntesis para celebrar
las Navidades en Cuba y en Enero de 1916 se va de nuevo a Nueva York, donde
vuelve a dar una sesión de simultáneas y participa en el Torneo Memorial Rice, en memoria del venerado profesor Isaac
Leopold Rice que había fallecido a principios de Noviembre de aquel año.
Rice fue el precursor de un gambito que lleva su nombre
Participan 14 ajedrecistas entre
los que estaban Fox, Kupchik, Kostic, Janowski y Chajes.
El torneo tuvo un formato
idéntico al de San Petersburgo 1914 y
al final lo ganó Capablanca sacando ¡tres puntos de ventaja! al segundo
clasificado.
Se recorre luego todo el país de
extremo a extremo y llega a Cuba en Diciembre de 1916 y por temas de la guerra
opta por permanecer entre su gente hasta la ¡Primavera de 1918!.
En 18 meses, como señala muy bien
Sánchez, realiza dos exhibiciones allí: Una en La Habana y la otra en Cienfuegos.
La “estúpida” guerra limitaba
cada vez más la actividad ajedrecística y en Octubre de 1918 juega el Campeonato del Manhattan Chess Club
donde participan siete jugadores a doble vuelta y que de nuevo vence, sacándole
1½ puntos de ventaja a Kostic y 3½ a Marshall.
Cuenta Sánchez en su libro que el
mito al que se relaciona Capablanca con personajes ilustres del corazón como
Don Juan, Valentino o el de un buen “amante latino” va creciendo en intensidad
y añade al respecto en el libro una curiosa foto de aquella época en donde se
ve a Capa con una bella "dama", sin saberse todavía al día de hoy, ni quien era
aquella hermosa mujer y ni tan siquiera en qué lugar fue sacada aquella mágica
foto…
Capablanca en aquel tiempo
Por fin las hostilidades de la I
Guerra Mundial finalizan con el Armisticio sellado el 11 de Noviembre de 1918 en
donde se produce la retirada inmediata de todas las tropas alemanas desplegadas
en Francia, Bélgica, Luxemburgo y Alsacia-Lorena; cediendo pretensiones el
“Imperio Alemán, Austria y Hungría” ante
los “Países Aliados” (Bélgica, Reino Unido, Canadá, India Británica, Nueva
Zelanda, Sudáfrica, Australia, Terranova, Francia, Estados Unidos y Portugal).
Surge entonces poco a poco la “chispa”
ajedrecística (una mucho menos dañina que la que produce el fuego real) y en
los meses de Marzo/Abril de 1919 se organiza un Match en La Habana entre Boris
Kostic y Capablanca que gana nuestro ídolo, restituyendo así su “paz interior”,
por un contundente ¡¡5-0!!.
Bora Kostic al que se le han hecho en su país
Torneos en su Memoria
Desde que se lo permiten, parte
para Inglaterra y juega en Hastings
en el mes de Agosto de 1919 el
llamado “Congreso de la Victoria” que
gana con ¡10½ puntos de 11 posibles!.
Algunos participantes del Torneo de la Victoria de 1919
De izqda. a dcha.:
Wahltuch, Capablanca, Burn, Atkins y Sir George Thomas
Permanece allí varios
meses y el 2 de Diciembre de 1919, José Raúl Capablanca es condecorado por la Casa de los Comunes del Reino Unido en
donde le señalan, sin titubeos, como la gran figura ajedrecística que
representa el poder de los Aliados (pues
no olvidemos que el todavía campeón del mundo Emanuel Lasker era alemán).
A Capablanca se le podría hacer un libro
por cada país que visitó.
Aquí tenemos uno precioso.
Todas estas historias
desmenuzadas y con muchos detalles extras son comentadas brillantemente por
Miguel Angel Sánchez en este hermoso libro, señalando que a partir de aquellos
momentos a Capablanca le va a resultar muy difícil que alguien no se fije en él,
pues el mundo cultural necesita a una figura mundial de su calibre, en
definitiva, a alguien joven e influyente.
La consecución de su “añorado”
título de campeón del mundo estaba ya al llegar y por donde iba, pocas “damas”
eran las que se le resistían y le quitaban la vista de encima…
Capablanca, ¡por siempre!,
centro de todas las miradas
(Continuará…)
Angel Jiménez Arteaga
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