Se le llamó "el pequeño Capablanca", pero si no llega a ser por la II Guerra Mundial, seguro que hubiera podido retar a Alekhine por el Campeonato del Mundo. Una vez más surgen los tiempos revueltos que inevitablemente adornan estas crónicas, incluso en la actualidad, donde seguimos viendo con incredulidad como el máximo representante de la "actual" extrema izquierda mundial, el "sucio" ciudadano comunista Vladimir Putin, golpea a todo un país soberano, caiga quien caiga, miles de civiles indefensos incluidos (ancianos, mujeres y niños). Por tanto, desde ya, seguimos reclamando, ante tal cobarde actitud, urgentemente un:
¡No a la guerra invasora en Ucrania!.
A Flohr se le conoce como el "maestro de la táctica y de la técnica", pero también por su profundo amor por el ajedrez, para el que fue un consumado gran ¡cronista!.
No hay sino que ojear su precioso libro póstumo, publicado en 1984 en lenguaje ruso (país que con mucho placer estamos invadiendo ahora culturalmente) titulado "El reloj no se ha detenido".
El libro "El reloj no se ha detenido" de Salo Flohr.
Siendo crítico de ajedrez de Ogoniok durante más de 30 años, una de las revistas semanales ilustradas más antiguas de Rusia, Salomon Flohr se ganó el cariño y el respeto de sus lectores. Sus artículos allí publicados se distinguieron por su autenticidad histórica, valoraciones profundas y amable ironía.
Fue Flohr quien nos acercó mejor que nadie a Emanuel Lasker, a José Raúl Capablanca, a Alexánder Alekhine, a Mikhail Botvinnik (¡los cuatro héroes de este serial!) y también por ejemplo, a Max Euwe o Savielly Tartakower, entre otros destacados ajedrecistas.
El libro incluye algunas de sus mejores publicaciones en aquella prestigiosa revista a lo largo de diferentes años:
1) A TRAVÉS DEL PRISMA DE MEDIO SIGLO:
Que narra cómo después de 50 años de grandes matches ajedrecísticos, incluido el Capablanca-Alekhine de Buenos Aires, 1927, que aquí hemos seguido completamente con relevantes averiguaciones nuevas aportadas por la tecnología actual - la F.I.D.E. (Federación Internacional de Ajedrez) procedió a aprobar las "bases" de los campeonatos mundiales.
2) MI LASKER:
En octubre de 1928 y como corresponsal de ajedrez de un periódico de Praga, Salo Flohr viajó a Berlín para ver "in situ" uno de los mejores torneos de todos los tiempos, el Gran Torneo Internacional de Berlín de 1928:
Flohr estaba entusiasmado de tener la oportunidad de ver de cerca a los mejores jugadores de la época jugando aquel torneo en el majestuoso "Café König", pero sobre todo esperaba también ver, aunque fuese como espectador, al gran ¡Emanuel Lasker!. Pero le ocurrió lo más inesperado. El Dr. Lasker no estaba entre el público presente y ni se le vio, ni se le esperó... . Flohr investigó entonces dónde podía estar Lasker en aquel momento. Y resultó que el Dr. estaba en otro famoso café berlinés, el "Café Triumph", pero jugando al ¡bridge!.
Tras la ronda ajedrecística, Flohr partió corriendo para el mencionado otro Café y por fin pudo ver a Lasker de cerca, inmerso en el famoso juego de naipes. Bien entrada la noche, Salomon Flohr por fin logró unirse al pequeño grupo de personas que escoltaban al gran maestro a su casa a pie. ¡Se habló muy poco sobre ajedrez! y más bien todo el tiempo sólo sobre bridge, skat y go. Comenzó contando Flohr que no molestó allí para nada a Lasker con las preguntas sobre la entrevista que debía hacerle para su diario. Creo que de la misma forma que haría este cronista de ajedreztenerifepuntocom, Salomon Flohr estaba muy feliz simplemente por la idea de caminar por Berlín junto a un gran hombre.
(Continuará...)
Queridos amigos, seguimos rezando para que pronto las parejas desunidas en Ucrania por culpa del déspota "comunista" Putin, vuelvan a ¡vivir juntas!.
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