martes, 28 de diciembre de 2021

Lasker, Capablanca y Alekhine o ganar en tiempos revueltos (265)

Alekhine, en su libro del Gran Torneo Internacional de Nueva York de 1927 admitió que las tablas cortas que siguen pudieron muy bien haberse echado para atrás si el comité del torneo hubiera obligado a los maestros a continuar jugando hasta el 40º movimiento, cosa que por el reglamento previo del evento, estaba perfectamente estipulado (!?). 

Nos referimos al enfrentamiento Vidmar-Alekhine, (17), Tablas a propuesta de Vidmar, en 17 jugadas; que sólo fue analizada por los maestros ya conocidos: el propio Alekhine, Tartakower y Khalifman.

Los organizadores entendieron que no era inconcebible que los jugadores en una posición aproximadamente equilibrada en la recta final de un torneo agotador tuvieran una disposición pacífica. Sin embargo, es conveniente que os adelante algo al respecto. Es lo que tiene poder contar la historia tras previamente examinarla y además, como es mi estilo, de forma minuciosa: Faltaban aún tres rondas y la actuación de Alekhine en esa última parte final del torneo, fue sencillamente, ¡excepcional! y digna de todo merecimiento deportivo (!?) como veremos próximamente.

Capablanca afirmó lo siguiente en el periódico The New York Times sobre esta partida:

"El encuentro Vidmar-Alekhine fue jugado con mucho cuidado por ambos jugadores. Se intercambiaron dos alfiles y un caballo cuando la posición se volvió tal que ningún maestro quería arriesgar nada y, en consecuencia, se acordó un empate".

Veamos ahora la partida, estimados lectores, en este mundo actual del ajedrez en donde parece que lo único que existe es la fiebre del "blitz":

Alexander Alekhine en la época del
Gran Torneo Internacional de Nueva York de 1927.



Reproduzca la partida en pantalla haciendo "click" en el siguiente enlace:

Descárguela en formato "cbv" de Chessbase:

O bien en formato universal "pgn":

Fue en esta 17ª rueda donde se dio la partida Nimzowitsch-Marshall, (17), 1-0 en 30 movimientos, que consiguió el "3º premio de belleza" del certamen, lo que significó para el maestro hipermoderno un premio extra de 75 dólares de entonces y la posibilidad de volver a compartir segundo puesto con Alekhine, tratando todavía de aspirar al entonces (no hoy) honorífico título de campeón del mundo de Capablanca.

La clasificación quedaba como sigue, con el genio cubano, ya como "campeón oficial" del torneo:


Queridos amigos, yo, a diferencia de la F.I.D.E., la suerte, que sea la justa (!?). Por ejemplo, en una lotería, no todos terminan sacándosela. Y es que ¡no hay cama para tanta gente!. 

Así que: ¡Yo no quiero suerte, yo!:


Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com

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