jueves, 14 de abril de 2016

Ahí está, es él : ¡Se llama Emanuel Lasker! (V)


Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Cuarteto para piano y cuerdas, K493.

Este cronista cree que algo bueno para valorar la fuerza ajedrecística de los grandes campeones del tablero también viene por analizar concienzudamente sus partidas perdidas.

Así hay dos ejemplos de dos buenos libros que marcan la pauta al respecto.

Uno es el libro de Mednis sobre todas las partidas perdidas de Bobby Fischer. Es un libro muy “ameno” para pasar una tarde con él. ¡Cómo se retorcía antes de la derrota definitiva el gran Bobby!.

Todo un best-sellers 

Otro ejemplo es el libro titulado “Cómo aprender de las derrotas” de Anatoly Kárpov, un auténtico especialista a lo largo de su vida en “revanchas”.

Si acaso, Kaspárov fue el único que le puso el “freno”, pero bien es verdad que era por el profundo conocimiento que tenía Garry de su sistema de aperturas (!?).

Muchos años más tarde de que las dos K’s del ajedrez abandonaran la práctica habitual, todos recordamos con cierta “pasión ajedrecística” como una vez, Anatoli, fue capaz de vencer a Garry en un “match de exhibición” entre ambos en distintas modalidades de juego.

Fue cuando ya Garry no exhibía su tremenda “potencia” en el campo de las aperturas y Tolia, una vez más, volvió a entonces a demostrar su sed de venganza

De este libro también hay una versión en castellano

Todo esto viene a cuento por la partida que toca comentar ahora de Emanuel Lasker, que corresponde al Torneo de Amsterdam de 1889. Fue el cotejo “Van Vliet-Lasker” cuya derrota de Emanuel le privó de compartir el primer puesto de aquel certamen.

Esta partida la comenta John Nunn en su nuevo libro sobre el gran Lasker (recién editado al castellano) y tras verla en el mismo, surge una necesidad inmediata de transmitir una certeza verdadera.

¡Este gran libro debe estar en la biblioteca de todo aquel jugador que hable castellano y que guste de la historia del ajedrez!.

El hecho de que sea un libro reciente viene bien y lo decimos porque ha sido escrito utilizando las nuevas tecnologías y siempre esto ayuda en aras de la “búsqueda aproximada” de la verdad ajedrecística (!?).

Enhorabuena a la Editorial TEELL ("Todo está en los libros") - !?

La partida “Van Vliet-Lasker, Amsterdam 1889” fue una Defensa Philidor en donde Lasker entregó un peón a cambio de actividad, pero luego, ante las respuestas correctas de las blancas, Van Vliet obtuvo una posición con clara ventaja y tras algunas imprecisiones por su parte para aumentarla, se llegó en apenas 14 movimientos a una posición totalmente “caótica”, en donde aunque las negras tenían pieza de menos, el rey blanco estaba algo en peligro y la fuerte iniciativa de Lasker se pudo haber explotado de distinto modo a como lo hizo entonces el joven maestro alemán (20 años) que terminó perdiendo aquel encuentro.

Se da la circunstancia de que en la colección de Chess Stars sobre Lasker, un grupo de maestros rusos liderados por Alexander Khalifman, no acertó en su momento en destacar las “chances” negras en aquella emocionante partida.

Afortunadamente ahora el Dr. Nunn sí lo hace y resulta muy instructivo ver cómo Lasker podía haber llegado a una posición donde su peón pasado “h” le hubiera reportado clara ventaja.

Aquí Lasker hizo 14...Txh2? y perdió. 
Nunn explica muy bien en su nuevo libro 
las consecuencias fantásticas tras 14...Cg4!.

Los grandes ajedrecistas de la historia, amigos lectores, tenían con frecuencia a su disposición grandes recursos ocultos defensivos y con técnicas de contraataque o contrajuego; incluso cuando estaban perdidos, como fue este “instructivo” caso.

Como recursos musicales tuvo Mozart cuando compuso el “Cuarteto para piano y cuerdas K493” que veremos ¡y disfrutaremos! a continuación.     


Wolfgang Amadeus Mozart:

Cuarteto para piano y cuerdas en mi bemol mayor, K493  

1)       Allegro = 14’ 09”
2)       Larghetto = 9’ 13”
3)       Allegretto = 8’ 24”

Compuesto en Viena el 3 de Junio de 1786 (Mozart con 30 años).

Mozart: ¡Todo un genio!

Allegro: El tema inicial del primer fragmento es el mismo con el que comienza uno de los dos Cuartetos con clave de Schubert (nº 2 del op. VII).
A este primer tema responde un segundo, todo él lleno de impulso viril y de afirmación. Impulso viril que no deja de tener un arranque nostálgico, afirmación que supone un cierto “a pesar de todo” afiligranado; bajo su aire impecable de “música de cámara”.
Este segundo tema es el que introduce el recuerdo de la “infancia”, que completa la ternura del tercer tema.
El Larghetto que sigue es muy “profundo” con acentos turbulentos que atraviesan el canto de la felicidad y la gravedad melancólica de la conclusión, el Allegretto, con el que se podría pensar en un “adiós” con rasgos más de Schubert que de Bethoveen.
En definitiva en este Cuarteto se produce una menor expresión subjetiva e inmediata de los estados de ánimo sucesivos de creador, pero una composición psicológica y estética más avanzada, porque las grandes obras del segundo semestre de 1786 de Wolfgang Amadeus Mozart (a cinco años vista de su muerte) van a ser testigos de esta tendencia en hacer coincidir ¡lo individual con lo universal!.
 
N.d.l.r.: Estimados lectores los que son grandes ¡son grandes! porque son “universales” mientras que el resto de la gente, somos “individuales” y se olvidan rápidamente de todos nosotros cuando dejamos de existir…

En esa universalidad radica también la fuerza intrínseca de “mis grandes trilogías sagradas de grandes reyes del ajedrez (más Paul Morphy que siempre fue de por libre)”:
   
Arriba: Paul Morphy.
1ª trilogía sagrada: Steinitz, Lasker, Capablanca
2ª trilogía sagrada: Alekhine, Tal, Fischer
3ª trilogía sagrada: Kárpov, Kaspárov, Carlsen

(Si desea “ver y escuchar” el Cuarteto para piano y cuerdas que sigue, haga “click” encima del enlace):



(Continuará)

Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com

No hay comentarios: