Con la colaboración de Wolfgang Amadeus Mozart
Hoy: Cuarteto para
piano y cuerdas, K493.
Este cronista cree que algo bueno
para valorar la fuerza ajedrecística de los grandes campeones del tablero
también viene por analizar concienzudamente sus partidas perdidas.
Así hay dos ejemplos de dos
buenos libros que marcan la pauta al respecto.
Uno es el libro de Mednis sobre
todas las partidas perdidas de Bobby Fischer. Es un libro muy “ameno” para
pasar una tarde con él. ¡Cómo se retorcía antes de la derrota definitiva el
gran Bobby!.
Otro ejemplo es el libro titulado
“Cómo aprender de las derrotas” de
Anatoly Kárpov, un auténtico especialista a lo largo de su vida en “revanchas”.
Si acaso, Kaspárov fue el único
que le puso el “freno”, pero bien es verdad que era por el profundo
conocimiento que tenía Garry de su sistema de aperturas (!?).
Muchos años más tarde de que las
dos K’s del ajedrez abandonaran la práctica habitual, todos recordamos con
cierta “pasión ajedrecística” como una vez, Anatoli, fue capaz de vencer a
Garry en un “match de exhibición”
entre ambos en distintas modalidades de juego.
Fue cuando ya Garry no exhibía su
tremenda “potencia” en el campo de las aperturas y Tolia, una vez más, volvió a
entonces a demostrar su sed de venganza…
Todo esto viene a cuento por la
partida que toca comentar ahora de Emanuel Lasker, que corresponde al Torneo de Amsterdam de 1889. Fue el
cotejo “Van Vliet-Lasker” cuya
derrota de Emanuel le privó de compartir el primer puesto de aquel certamen.
Esta partida la comenta John Nunn
en su nuevo libro sobre el gran Lasker (recién editado al castellano) y tras
verla en el mismo, surge una necesidad inmediata de transmitir una certeza
verdadera.
¡Este gran libro debe estar en la biblioteca de todo aquel jugador que
hable castellano y que guste de la historia del ajedrez!.
El hecho de que sea un libro
reciente viene bien y lo decimos porque ha sido escrito utilizando las nuevas
tecnologías y siempre esto ayuda en aras de la “búsqueda aproximada” de la
verdad ajedrecística (!?).
La partida “Van Vliet-Lasker, Amsterdam 1889” fue una Defensa Philidor en
donde Lasker entregó un peón a cambio de actividad, pero luego, ante las
respuestas correctas de las blancas, Van Vliet obtuvo una posición con clara
ventaja y tras algunas imprecisiones por su parte para aumentarla, se llegó en
apenas 14 movimientos a una posición totalmente “caótica”, en donde aunque las
negras tenían pieza de menos, el rey blanco estaba algo en peligro y la fuerte
iniciativa de Lasker se pudo haber explotado de distinto modo a como lo hizo
entonces el joven maestro alemán (20 años) que terminó perdiendo aquel
encuentro.
Se da la circunstancia de que en
la colección de Chess Stars sobre
Lasker, un grupo de maestros rusos liderados por Alexander Khalifman, no acertó
en su momento en destacar las “chances” negras en aquella emocionante partida.
Afortunadamente ahora el Dr. Nunn
sí lo hace y resulta muy instructivo ver cómo Lasker podía haber llegado a una
posición donde su peón pasado “h” le hubiera reportado clara ventaja.
las consecuencias fantásticas tras 14...Cg4!.
Los grandes ajedrecistas de la
historia, amigos lectores, tenían con frecuencia a su disposición grandes
recursos ocultos defensivos y con técnicas de contraataque o contrajuego;
incluso cuando estaban perdidos, como fue este “instructivo” caso.
Como recursos musicales tuvo
Mozart cuando compuso el “Cuarteto para
piano y cuerdas K493” que veremos ¡y disfrutaremos! a continuación.
Wolfgang Amadeus Mozart:
Cuarteto para piano y cuerdas en mi
bemol mayor, K493
1)
Allegro = 14’ 09”
2)
Larghetto = 9’ 13”
3)
Allegretto = 8’ 24”
Compuesto en Viena el 3 de Junio de 1786 (Mozart con 30
años).
Mozart: ¡Todo un genio!
Allegro: El tema
inicial del primer fragmento es el mismo con el que comienza uno de los dos
Cuartetos con clave de Schubert (nº 2 del op. VII).
A este primer tema responde un segundo,
todo él lleno de impulso viril y de afirmación. Impulso viril que no deja de
tener un arranque nostálgico, afirmación que supone un cierto “a pesar de todo”
afiligranado; bajo su aire impecable de “música de cámara”.
Este segundo tema es el que introduce el
recuerdo de la “infancia”, que completa la ternura del tercer tema.
El Larghetto que sigue es muy
“profundo” con acentos turbulentos que atraviesan el canto de la felicidad y la
gravedad melancólica de la conclusión, el Allegretto, con el que se
podría pensar en un “adiós” con rasgos más de Schubert que de Bethoveen.
En definitiva en este Cuarteto se produce
una menor expresión subjetiva e inmediata de los estados de ánimo sucesivos de
creador, pero una composición psicológica y estética más avanzada, porque las
grandes obras del segundo semestre de 1786 de Wolfgang Amadeus Mozart (a cinco
años vista de su muerte) van a ser testigos de esta tendencia en hacer
coincidir ¡lo individual con lo universal!.
N.d.l.r.: Estimados lectores los
que son grandes ¡son grandes! porque son “universales” mientras que el resto de
la gente, somos “individuales” y se olvidan rápidamente de todos nosotros
cuando dejamos de existir…
En esa universalidad radica también la fuerza
intrínseca de “mis grandes trilogías sagradas de grandes reyes del ajedrez
(más Paul Morphy que siempre fue de por libre)”:
Arriba: Paul Morphy.
1ª trilogía sagrada: Steinitz, Lasker, Capablanca
2ª trilogía sagrada: Alekhine, Tal, Fischer
3ª trilogía sagrada: Kárpov, Kaspárov, Carlsen
(Si desea “ver y escuchar” el Cuarteto para piano y cuerdas que sigue, haga
“click” encima del enlace):
(Continuará)
Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario