Pese a la apertura aburrida, Vidmar siempre tuvo la iniciativa en su partida contra Capablanca y tras el correcto juego desplegado por ambos, se llegó a un justo empate final.
El encuentro Vidmar-Capablanca, Gran Torneo Internacional de Nueva York (9), 1927, Tablas en 24 movimientos, fue analizado por Alekhine, Tartakower y Khalifman.
Alekhine, tras 4.e3 dijo en su libro del torneo y con razón, lo siguiente:
"Con el confinamiento voluntario de su alfil dama, en mi opinión las blancas abandonan toda esperanza de obtener ventaja en la apertura. Curiosamente en Nueva York, contra Capablanca, las mejores jugadas de apertura, 4.Ag5 ó 4.Cc3, no aparecieron por motivos misteriosos". (N.d.l.r.: El temido halo del genio cubano).
Y Capablanca en el The New York Times describió así este enfrentamiento:
"Contra Vidmar usamos una defensa algo fuera de moda. (N.d.l.r.: 4...Cbd7). Después de algunas jugadas, Vidmar ofreció el sacrificio de un peón que no nos pareció justificado aceptar. Realmente fue un golpe maestro tomar la iniciativa en una posición que aparentemente requería medidas defensivas. Por eso tuvimos que jugar con mucho cuidado para no perder terreno. Finalmente nos vimos obligados a hacer un intercambio mayorista que provocó un final de dos torres cada uno con alfiles de diferente color y con muy poco juego. Se hicieron algunos movimientos más y finalmente se empató la partida".
El módulo informático "Stockfish 14.1", estimados lectores, la analizó de la siguiente forma, a un nivel medio exigido de 3 minutos por movimiento, que es el que vale y además sin ningún tipo de finish incluido; so pena de caer en partidas a las que ya nadie presta interés, por ser azarosas y por cansar físicamente cuando se alargan a los seres humanos participantes, como está ocurriendo en la actualidad en el "mundialito del azar" de la F.I.D.E. (Federación Internacional de Ajedrez), en donde ya con las reglas actuales clasificatorias (también aleatorias), apreciamos muchísima diferencia real de juego entre Magnus Carlsen y el resto de maestros opositores a su corona, que lo siguen como pueden... y ¡siempre de lejos!:
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