A modo de introducción.
Después de la tremenda alegría que nos ha dado Magnus Carlsen
clasificándose para jugar el campeonato mundial ante Vishy Anand en el próximo
mes de noviembre, vamos ahora a “retomar” nuestro gusto por hacerle un somero
seguimiento a los mejores torneos internacionales de ajedrez de la historia.
Toca ahora repasar el Torneo de Karlsbad de 1907, ¡el último de Chigorin!
y el que supuso el comienzo de una ¡carrera trepidante! para Akiba Rubinstein,
brillante vencedor del mismo.
El mítico Mikhail Ivanovich Chigorin
Los ajedrecistas elegidos para la ocasión fueron:
De Austria: Berger, Duras, Schlechter, Tartakower, Vidmar y Wolf.
De Hungría: Maroczy.
De Alemania: E. Cohn, Spielmann y Mieses.
De Gran Bretaña: Teichmann.
De Francia: Janowski.
De Rusia: Chigorin, Dus-Chotimirsky, Nimzovich, Rubinstein y Salwe.
De Suecia: Leonhardt.
De Holanda: El Dr. Olland.
De América: Johner y Marshall.
Veintiún reputados maestros del tablero.
Existe un precioso libro del torneo escrito por Marco y Schlechter.
El lugar de juego fue el mítico hotel imperial Kurhaus, sede de famosos baños termales, característicos de la
zona.
Anteriormente la localidad bohemia (hoy llamada Karlovy Vary), en aquella
época bajo el imperio austro-húngaro, había organizado dos matches de cierta
envergadura, el Albin vs Marco, disputado en Agosto de 1901 y luego un año
después, el enfrentamiento entre Janowski y Schlechter.
La organización del torneo gastó la suma de 12.000 coronas en hacer
realidad aquel “I gran torneo internacional de Karlsbad” (luego siguieron
otros).
Los premios estipulados fueron los siguientes:
1º premio: 3.000 coronas.
2º premio: 2.000 coronas.
3º premio: 1.400 coronas.
4º premio: 1.000 coronas.
5º premio: 800 coronas.
6º premio: 600 coronas.
7º premio: 500 coronas.
8º premio: 400 coronas.
9º premio: 300 coronas.
En caso de que dos jugadores acabaran con el mismo número de puntos, se
tenía que disputar entonces un match de desempate hasta que un jugador
consiguiera ¡dos victorias! (nada de sonneborn).
Se estableció la obligatoriedad de alcanzar al menos la jugada 45 en cada
una de las partidas del torneo, pudiéndose antes sólo decretarse tablas con el
“permiso expreso” del director del certamen (!?).
Estas dos últimas normas deberían volverse a aplicar en las grandes competiciones
actuales de ajedrez.
Resulta curioso ver la “caballerosidad” que antes existía tanto en los
organizadores como en los ajedrecistas implicados (!?).
Hoy en día, los maestros cuando hacen tablas cortas con el beneplácito de
la organización (en muchos casos, la propia F.I.D.E.) están deteriorando con ello
la imagen del ajedrez y por eso desde este blog estamos totalmente en contra de
los torneos que organiza dicha federación internacional que gobiernan
Ilyumzhínov y Makropoulos; cuando permite sin “escrúpulo” alguno este tipo de
comportamientos, posiblemente por falta de “cultura ajedrecística” que se
adquiere investigando (como nosotros “sanamente” hacemos) la historia del noble
juego-ciencia.
Por ejemplo y van…, las partidas de Karlsbad 1907 se disputaban en cinco
días a la semana, comenzando las mismas, atención, de 9,00 h. de la mañana
hasta las 13,00 h., seguidas de una interrupción obligatoria para comer o tomar
algún refrigerio y por supuesto para analizarlas privadamente (¡solo así!) y
luego se abría de nuevo la “veda” desde las 15,00 h. hasta las 19,00 h. y
estamos hablando de una sóla partida por sesión, es decir, “una ronda” diaria
(de un torneazo de ¡21 jugadores! – o sea mucho más largo y duro que los
actuales -).
¿Por qué no se hace lo mismo hoy en día en los torneos clasificatorios de
la F.I.D.E.?.
Los ajedrecistas ya tenían entonces prohibido analizar una partida en
presencia de jugadores implicados en la misma.
En la actualidad, podría ponerse un detector de metales (computadoras) en
los salones donde se esté jugando el torneo y hasta en la propia sala de
análisis y salón-comedor (lugar del refrigerio).
Deberían haber varios vigilantes de seguridad para que velen por los
maestros y sobre todo no les permitan comunicarse con nadie ni con nada
(computadoras) durante el tiempo de interrupción y… ¡asunto resuelto!.
Tendríamos partidas de gran calidad técnica y los ajedrecistas reposarían
durante dos horas en medio del cotejo, para continuarlo después con mucho más
ahínco y certeza (!?).
Tenemos que estar permanentemente “enseñando” a la F.I.D.E. este tipo de
cosas ya inventadas en los anales de la historia del ajedrez, porque si dejamos que ellos innoven, lo que "ocurre / ha ocurrido luego", va en detrimento de lo que verdaderamente signfica el ajedrez.
Hoy en día se juegan partidas o bien muy cortas (denigrantes) o las que
se hacen largas (por ejemplo, gracias al ¡empuje! de Magnus Carlsen, que no
cede tablas fácilmente) en muchos casos, bajan en calidad, debido al cansancio
lógico que se produce en los maestros, que ante todo son seres humanos y que no
es de recibo, ni prudente, que puedan estar delante de un tablero, muchas
veces, hasta más de seis o siete horas seguidas… .
Yo digo y no me cansaré de repetirlo y siempre apoyándome en “hechos
verídicos” como éstos (él que les escribe no innova - para mal - , ni inventa),
que el juego-ciencia necesita retomar este tipo de “costumbres” (jurisprudencia
que debería terminar en ley) en beneficio de la calidad de las partidas y de la
“salvaguarda” de la salud de los jugadores, a los que de paso, también “educaríamos”
de este modo, para que mantengan siempre alto el necesario espíritu de lucha
para jugar al ajedrez de alta competición engrandeciéndolo y por ello, ¡dignificándolo!.
Karlsbad
(Continuará…).
Angel Jiménez
Arteaga
http://www.ajedrezcanarias.com (Secretos de Alcoba)
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