Tras el Gran Torneo Internacional de San Petersburgo de 1914, estalló la I Guerra Mundial y Alemania fue uno de los países más castigados por la misma.
Emanuel Lasker era alemán y lo pasó muy mal durante el conflicto.
El maestro aprovechó para dedicarse con más intensidad a sus temas académicos que al ajedrez.
De hecho, desde el inicio de la guerra (28 de Julio de 1914) hasta el final de la misma (11 de Noviembre de 1918) Lasker sólo disputó dos eventos ajedrecísticos y ninguno de ellos enfrentándose a los otros dos héroes de estas crónicas, Capablanca y/o Alekhine.
Desde el 25 de Noviembre de 1916 hasta mediados de Diciembre de aquel año, jugó un encuentro amistoso con Siegbert Tarrasch, al que venció contundentemente tras seis partidas por 5,5 a 0,5 puntos.
Luego un mes antes de la finalización de la gran guerra, en Octubre de 1918 jugó en Berlín un torneo cuadrangular que también se adjudicó: 1) Lasker, 4,5 puntos de 6 partidas; 2) Rubinstein,4; 3) Schlechter, 2; y 4) Tarrasch, 1,5.
Cuando entró en vigor el definitivo Tratado de Paz de Versalles en Enero de 1920, Lasker, con 51 años, estaba hastiado de tanto ajedrez y quería dedicarse preferiblemente a sus dos otras pasiones, la filosofía y sobre todo las matemáticas.
Pero surgió un gran problema que lo cambió todo. La galopante inflación que inundaba su castigado país le hizo perder de golpe todas sus propiedades y ahorros y... tuvo que empezar de nuevo, también en Ajedrez.
Así y aunque no quería retenerlo(!?), puso en juego su título mundial ante José Raúl Capablanca en La Habana, del 15 al 20 de Abril de 1921, fecha esta última en donde todavía con el match en juego, decidió entregar el campeonato prematuramente alegando incapacidad física por el clima, en su opinión extremo, que reinaba en la isla y que le impedía jugar en condiciones óptimas.
Tras recibir los correspondientes honorarios de aquel match, se volvió a retirar un tiempo del mundo del Ajedrez.
Lo cierto es, estimados lectores, que tuvo que regresar a él por los motivos económicos aquí mencionados y cuando lo hizo, volvió por sus fueros y sus actuaciones resultaron ser (pese a la edad) tremendamente exitosas (!!).
Las hazañas ajedrecísticas de Lasker contra Capablanca y/o Alekhine, serán retomadas más adelante, cuando lleguemos al Gran Torneo Internacional de Nueva York de 1924, donde en este caso se enfrentó a doble vuelta a diez ajedrecistas fantásticos entre los que, ¡como no!, estaban el genio cubano y el príncipe ruso.
En próximas crónicas, veremos qué le ocurrió en este tiempo a José Raúl Capablanca y a Alexander Alekhine, hasta el día en que se vieron las caras por primera vez (tras la guerra) en el Gran Torneo Internacional de Londres de 1922, que trataremos aquí con distinción (la que le falta hoy a la patética F.I.D.E. - Federación Internacional de Ajedrez) en estas crónicas altruistas (¡como a mi siempre me gusta!) y de paso, divulgativas.
Además. Aprovecho para comentarles mi noble tendencia a procurar el bien de los lectores de manera desinteresada, incluso a costa de mi interés propio; pues un importante editor español me ha ofrecido que escriba un libro de ajedrez (en papel) para la posteridad.
¡Me he negado!, porque mi actitud en la vida es la de ser "siempre" un ajedrecista amateur y actuar como tal (!?). Y ese es mi estilo y mi forma de ser, al que avalan ya miles de páginas escritas en este blog, con tremenda pasión, sobre la historia del ajedrez (!!).
Queridos amigos, cuando el mundo de Emanuel Lasker se derrumbó, Caissa, la mítica diosa del Ajedrez, hizo que sus lágrimas se secaran y pronto el maestro alemán fue libre, otra vez, para volar...
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