Demostrando a todo el mundo su auténtica erudición en la comprensión del ajedrez de su época, Alexander Alekhine, ponía otro ejemplo de un nuevo final nada bien llevado por Capablanca, en el caso que nos ocupa y no sólo por el resultado final obtenido en el mismo por el genio cubano (empate) sino también por un análisis concreto efectuado a posteriori por el propio Capablanca, en donde demostraremos ahora (con el cálculo de los principales módulos informáticos al "obligado" nivel medio de 3 minutos por jugada) que tampoco podía obtener la victoria que se proponía.
Nos referimos a la partida, que ya hemos repasado en este serial, Capablanca-Carlos Torre, Gran Torneo Internacional de Moscú (11), 1925, Tablas en 56 movimientos.
Veamos ahora, estimados lectores, cómo los mejores módulos informáticos encuentran la línea de tablas a una proposición que hizo Capablanca en aquel intento desesperado por mejorar el final de piezas menores que allí se dio.
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