Uno de los grandes tesoros que se lleva el ser humano es no tener prisa para vivir la vida (!?).
Una vez publicada la crónica de ayer y al repasar los resultados analíticos definitivos que se produjeron en la partida Bogoljubow-Capablanca, Gran Torneo Internacional de Nueva York (9) 1924, 0-1 en 32 movimientos, se me ocurrió ahondar en un posible final de piezas mayores (completo) que se pudo haber dado, hasta darme cuenta (desde la óptica de un gran aficionado que observa permanentemente) que no era tan fácil para las negras como todos los comentaristas dijeron en su momento.
Y tuve que enfrentar entonces entre sí, a partir de la posición crítica, a los dos mejores módulos informáticos actuales, eso sí, en esta ocasión al "aclamado" nivel de torneo clásico de 40 jugadas en 2 horas, ¡sin finish!.
"Stockfish 14", defendiendo la causa negra, venció en una luchada partida "instructiva" a "Fat Fritz 2.0". Veamos qué ocurrió en aquel final al que en la crónica de ayer le presté poca atención, hasta que hoy se me ocurrió avanzar un poco con él, sin prisa pero sin pausa, demostrando con ello, estimados lectores, que ¡el ajedrez es infinito como el número!:
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