Los que fueron aquella tarde a la sala de juego del Hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria iban con la idea, antes que nada, de ver el combate entre el yugoslavo Ljubojevic y el soviético Polugaevsky.
Si la partida no terminaba en tablas rápidas y la lucha quedaba garantizada, el espectáculo iba a ser seguro.
Y así sucedió.
Ambos grandes maestros jugaron un ajedrez de alto nivel, cada cual con sus bazas y el empate final (luchado) constituyó un merecido resultado a lo que se vio sobre el tablero.
Quedaba claro que Ljubojevic era entonces un gran valor en alza y Polugaevsky, que venía de jugar el Torneo de Candidatos, estaba ya aliado con el "conocimiento" y derrotarlo parecía una labor casi imposible.
Veamos qué sucedió en esta partida de la tercera ronda:
Queridos amigos, aquellos eran ajedrecistas ¡para toda la vida!:
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