viernes, 7 de enero de 2011

¡El mejor regalo de Reyes!

En 1982, mientras hacía el Servicio Militar en Barcelona, encontré en una tienda que estaba situada cerca de la Plaza de España, una “carterita magnética” de ajedrez (fabricada en la entonces “Alemania del Este”) que hizo las delicias de todos aquellos aficionados que la pudieron ver, incluido por supuesto quien les escribe; que pudo reproducir grandes partidas sobre ella en los sitios más recónditos, como por ejemplo, en la playa, en el campo, en el sillón de casa mientras veía la televisión (!?), en los cafés, en los parques, en las plazas y allí donde hubiera un buen asiento disponible para encontrar la “calma espiritual” que se necesita para reproducir una bella partida de ajedrez.
Por su comodidad, siempre me llamó la atención. Estaba diseñada para provocar un intenso “hambre” ajedrecístico en todos aquellos que se preciaran usarla. Las piezas se deslizaban muy bien sobre su fondo plástico, provisto por debajo, de una finísima placa metálica diseñada para que el “ligero imán” que hay en las figuras (muy bien camuflado) hiciera su labor de arrastre por las casillas sin apenas notarse que las mismas quedaban sujetas sobre la carterita/ “tablerito” (!?).
Por lo tanto se trataba de no escoger la mayor parte del tiempo los grandes tableros de madera con buenas piezas, por ejemplo, tipo Staunton; muy bonitos, eso sí, pero que obligaban para usarlos a tener que estar siempre sentado en posición de “oficinista” delante de una mesa, una silla y por supuesto con una buena lámpara. Eso estaba bien para los profesionales del juego-ciencia, pero no siempre para la mayoría de los aficionados, que sólo desean pasar un buen rato viendo buenas partidas.

Estaba claro que el uso que yo hacía de aquel “tablerito” era mucho más informal. Recuerdo que en las frías y lluviosas tardes de invierno, cogía entonces el Metro de la Ciudad Condal para desplazarme por la gran urbe. Cerca del cuartel, había una estación que era la primera del trayecto. ¡Caramba!, cada vez que entraba en ella, habían muchos sitios libres y por supuesto, elegía uno y allí me sentaba (!?); sacaba entonces un buen libro de ajedrez (recuerdo ahora por ejemplo, el gran libro de Tal, sobre su vida y partidas) y con el libro en una mano y con el “tablerito” recostado sobre el muslo con mis piernas cruzadas, ya estaba todo adecuadamente preparado para comenzar a reproducir aquellos grandes cotejos ajedrecísticos!.
 Angel Jiménez, hace unos años,con su carterita/tablerito

En ocasiones habían grandes partidas que duraban lo suficiente, como para llegar a la otra punta de Barcelona (!?), a casi una hora de distancia en Metro y todavía no haberla terminado de analizar, pero cuando llegaba el momento de bajarse en la parada de turno, la manera en que interrumpía la partida era casi inmediata (!). Cerraba inmediatamente el “tablerito” y en cuestión de segundos lo metía junto al libro en mi pequeña mochila y sobre la marcha me incorporaba para bajarme en el sitio previsto sin ningún tipo de problemas (!?).
Luego, en cualquier momento, podía volver de nuevo sobre aquella partida, cuando quisiera y como quisiera, pues las piezas habían quedado situadas sobre el tablerito (!?).  
Pasaron los años y pude comprobar que estaba en lo cierto cuando el GM José Luis Fernández García, a petición mía, me trajo de la Olimpiada de Novi Sad de 1990 otro “tablerito”, aquel de procedencia soviética (!?), que era un calco del que yo ya tenía!.
Ambos “tableritos” aún hoy los conservo, pero ya están obviamente gastados por el paso del tiempo y sobre todo por el largo e intenso uso que han tenido!.
Las computadoras apenas valen para cubrir mis propósitos a la hora de reproducir una buena partida de ajedrez. Siempre me han resultado incómodas para ello las bases de datos como por ejemplo, Chessbase o Chess Assistant. Eso de estar mirando mucho tiempo la pantalla no me gusta demasiado. Mejor, el método convencional de mover piezas a la antigua usanza!.
Y me dirán, pues bueno, tuvo que haber llegado el momento de comprarte otro.
Pues no. ¡Desgraciadamente no hubo nunca otro momento!. Mejor, me explico.
Por mis manos, desde 1996 hasta hoy, pasaron por lo menos veinte “tableritos” de todos los modelos, menos de aquel, que no existía trístemente ya en el mercado.
Parece que todo era una premonición de lo que “socialmente” se había producido en Europa. La caída del muro comunista y la desaparición de la U.R.S.S. provocó también, lamentablemente, la pérdida de la carterita/ “tablerito”.
Con la llegada de Internet, el que les escribe, tuvo la “santa” paciencia de buscar el “tablerito” en todos los portales y tiendas de ajedrez “online” habidas y por haber de todo el mundo. ¡Y no hubo forma!.
Habían algunos parecidos, pero cuando llegaban a mi, de sitios tan lejanos como Seatle, París o Nueva York, la decepción con ellos era absoluta. Todos aquellos tableros de bolsillo no duraron en mis manos apenas nada. Terminaron siendo regalos para mis sobrinos, amigos, o incluso personas que comenzaban a interesarse en el juego-ciencia. No valían absolutamente nada. Pasaba de todo con ellos: Tableritos endebles con visagras que se rompían fácilmente; piezas demasiado pegadas encima del tablero con imanes potentes que no se dejaban arrastrar adecuadamente; piezas horriblemente diseñadas que hacían difícil distinguirlas unas de otras; imposibilidad de meter dentro del tablero las piezas capturadas y un largo etc., que me hacía pensar sobre el poco conocimiento de causa de sus fabricantes, que supongo que querían hacer dinero fácil con su producto, pero que seguro que “obviamente” no lo hacían… . 
Me recordaba a la lucha “sindicalista” de Bobby Fischer para mejorar en general las condiciones de los torneos. Spassky, con el tiempo, llegaría a declarar que todas las cuestiones organizativas, incluida la elección de los tableros de juego, los dejaba de la mano del gran Bobby!.

Lo cierto es que por todos esos motivos yo siempre volvía a usar mis viejas y fantásticas carteritas/“tableritos” de ajedrez!.
Una vez hace ya cierto tiempo, tuve la “suerte” de contarle esta historia al sr. Juan Ramón Jerez, de la empresa ajedrecística Ideas Deportivas Canarias:
que también tiene que ver con el siguiente gran portal de ajedrez:
Y hace unos días recibí un e-mail suyo que me apasionó. Allí venían las siguientes fotos de un “tablerito” que él estaba ahora vendiendo después de largas gestiones realizadas por su parte con un fabricante y que por fin tenía que ver con aquella añorada “carterita/tablerito” buscada con ahínco por el que les escribe esta crónica durante cerca de quince largos años (!!).
Veamos sus fotos:




Tras verlas le pedí (sin dudar) a los Reyes Magos dos de ellos (para usarlos alternativamente).
En la mañana del día de Reyes los abrí y allí estaban delante mía todas mis antiguas ilusiones reflejadas en ellos. ¡Significaba la recuperación de dos mis más preciados tesoros ajedrecísticos!.
He estado reproduciendo algunas partidas encima de esos “tableritos” (al ser dos, ¡así durarán más!) y he quedado de nuevo gratamente prendido.
La mejor “carterita/tablerito” de ajedrez del mundo, por fin de nuevo está a mi lado!.
Ni que decir tiene que ya le he pedido al sr. Jerez dos “tableritos” más. El destino de estos dos, será esta vez (¡y por fin!) la parte alta de mi armario hogareño.
IDEAS DEPORTIVAS CANARIAS


 Juan Ramón Jerez (IDC)
De este modo espero no tener que buscarlos de nuevo por el mundo entero, dentro, digamos, de otros quince años.
Esa vez, si ¡Dios quiere!, no tendré que perder más mi tiempo y “angustiarme” tristemente, por ello, en el intento (!?). 
Angel Jiménez Arteaga
http://www.ajedrezcanarias.com (Secretos de Alcoba)

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