lunes, 7 de abril de 2008

Capablanca vs Fischer (III)

El Dr. Max Euwe pasó luego a explicar las mejores partidas de Capablanca y Fischer desde el plano de la explotación adecuada de la ventaja posicional.


Ambos jugadores eran unos estrategas expertos pero diferían en la manera en la que obtenían la ventaja. Fischer se basaba en su superior conocimiento teórico (¿Acaso posteriormente no se aprovecharía también de ello en sus matches con Anatoli Kárpov, Garri Kaspárov?), mientras que Capablanca se caracterizó por su fino instinto maniobrero, adornando la partida un poquito por aquí y un poquito por allá con pequeñas (petite) pero "agudas" combinaciones.


Euwe comienza esta sección en el libro que nos sirve de referencia para estos artículos comentándonos una gran partida: La Marshall-Capablanca(23ª) última del match celebrado entre ambos (que ganaría el primer jugador en imponerse en ocho juegos) en distintos lugares de EE UU en el tempranero año (para Capa) de 1909. El ritmo de juego empleado para este encuentro fue el de dos horas para treinta movimientos, seguido de una hora adicional para quince movimientos más, hasta que se alcanzara una decisión; siendo el horario de las partidas el comprendido desde las 14,00 h. hasta las 18,00 h. y desde las 20,00 h. hasta las 24,00 h. En el caso de llegar a la media noche sin definición, la partida continuaría al día siguiente de juego, comenzando la reanudación a las 14,00 h. Cuando terminase la misma, se comenzaría entonces con la siguiente partida. Los días de juego serían los lunes, martes, jueves, viernes y sábados de cada semana.


El match se celebró bajo los auspicios del American Chess Bulletin. ¡Qué tiempos aquellos!.




Concretamente esta partida se celebraría en el Marshall Chess Club de Nueva York, en el santuario del entonces campeón estadounidense que en aquellos momentos se encontraba entre los diez mejores jugadores del mundo (!?).


Tras el decimoquinto movimiento de las negras se vio que la mayoría de peones de Marshall en el flanco de rey contrastaban con la de Capablanca en el flanco de dama, pero las blancas no podían atacar porque el flanco de rey de las negras no presentaba debilidades y encima quedaban pocas piezas en el tablero para intentarlo. Por tanto la ventaja posicional estaba del lado del cubano al poseer su mayoría de peones en el flanco de dama (factor esencial promovido en sus clases para la posteridad por los profesores del juego-ciencia Steinitz y Tarrasch) que permitirían a Capa explotar maravillosamente con su intuitivo juego asestando el estoque mortal directo al corazón del contrario, al arrebatarle una pieza en la trigésimo segunda jugada.


Pálido, con la respiración alterada por la emoción, Frank J. Marshall, como había ya hecho siete veces antes, estiró su brazo tembloroso a través de la mesa, entregándole su mano a Capablanca; una mano fría y suave, a la que le sudaba ligeramente su piel… .


Lasker tras ver esta partida exclamó: "Las negras tuvieron un completo dominio del tablero. Fue un ejemplo de cómo utilizar las pequeñas ventajas".


Kaspárov en el primer tomo de sus predecesores analiza minuciosamente esta partida. También lo hicieron antes, aparte de Euwe, comentaristas de la talla de Panov, Golombek o Reinfeld.


Cuenta Garri que la sencillez con que las negras promovieron su peón pasado ejerció una ¡colosal influencia sobre la mente de los jugadores!. Después de esta partida muchos tuvieron un miedo supersticioso a la mayoría de peones en el flanco de dama, como si por sí sola concediera ventaja.


Marshall,F - Capablanca,J [D34]
USA m (New York) (23), 23.06.1909
[Pequeñas notas de Max Euwe.]

1.d4 d5 2.c4 e6 3.Cc3 c5 4.cxd5 exd5 5.Cf3 Cc6 6.g3 Ae6 7.Ag2 Ae7 8.0-0 Cf6 9.Ag5 Ce4 10.Axe7 Dxe7 11.Ce5 Cxd4 12.Cxe4 dxe4 13.e3 Cf3+ 14.Cxf3 exf3 15.Dxf3 0-0 Diagram



16.Tfc1?
Mejor formar una cadena de peones con P4R-D3R-P4A-5A-P5R. 16...Tab8 17.De4 Dc7 18.Tc3? [18.a4] 18...b5 Diagram


Comienza la maquinaria de peones del flanco de dama a funcionar. 19.a3 c4 20.Af3? [20.Td1] 20...Tfd8 21.Td1 Txd1+ 22.Axd1 Td8 Posesión de la columna "d". 23.Af3 g6 24.Dc6 De5 25.De4 Dxe4 26.Axe4 Td1+ 27.Rg2 a5! Diagram


28.Tc2 b4 29.axb4 axb4 30.Af3 Tb1 31.Ae2 b3 32.Td2 Tc1 33.Ad1 c3!
Diagram


ganando una pieza por dos peones. 34.bxc3 b2 35.Txb2 Txd1+- 36.Tc2 Af5! 37.Tb2 Tc1 38.Tb3 Ae4+ 39.Rh3 Tc2 40.f4 h5! 41.g4 hxg4+ 42.Rxg4 Txh2 43.Tb4 f5+ 44.Rg3 Te2 45.Tc4 Txe3+ 46.Rh4 Rg7 47.Tc7+ Rf6 48.Td7 Ag2! amenazando mate con 49...Th3++. 49.Td6+ Rg7 Diagram


No se puede parar el jaque mate después de 50...Th3+; 51.Rg5, Th5++. 0-1


Sólo muchos años más tarde esto sería discutido por Alekhine (Aliejin), que demostró que antes de llegar a un final de partida, los dioses han puesto el medio juego y que allí, por el contrario, los peones centrales en muchos casos pueden conceder contrajuego o incluso ataque.


¡Qué bonito es comprender la historia del ajedrez!.


Nos contó Capablanca que hasta llegar a esta última partida, él había jugado el Gambito de Dama Rehusado-Defensa Lasker- en este match tres veces más, dos de ellas con buenos resultados y aunque perdió una partida con este esquema continuó usándolo hasta que decidió en el último juego cambiar de táctica, optando por la Defensa Tarrasch y por el seguimiento de una línea que se había disputado en un match poco tiempo antes entre Rubinstein y Mieses, que algunos de los amigos de Capa le habían mostrado para que diese su opinión (!?). En aquellos tiempos a cambio de un peón central aislado, las negras conseguían un muy vivaz juego de piezas, de ahí que Tarrasch en su libro Die Moderne Schachpartie le otorgara un símbolo de admiración a la tercera jugada negra (3…c5!).


La razón, según nos comentaría el propio jugador cubano, era su total falta de conocimiento de las diferentes variantes de esta apertura, unida a que él sabía que el doctor Lasker había adoptado con éxito esta defensa contra el mismo Marshall en 1907. Pensaba que puesto que el doctor Lasker la había adoptado tan a menudo, debía ser buena. La idea era cambiar un par de piezas, llegando al mismo tiempo a una posición llena de posibilidades y con perspectivas prometedoras para el final.


Este enfrentamiento por tanto, reveló sus defectos en la apertura, aunque por el contrario se le detectó un don especial para resolver con eficacia las "posiciones simples". Su potencia fundamental se manifestó en los finales y en las combinaciones del medio juego. Su fino sentido de la posición intuía la posibilidad de ganarla o perderla y supo defenderse tanto o más que su rival en los momentos difíciles, lo cual demostró varias veces al rechazar los contundentes ataques de Marshall. El estilo de Capablanca se distinguió por su variedad, aún cuando no tuviese forma ni perfección. Podía atacar y defenderse bien; combinar en el medio juego y desenvolverse con soltura en los finales, por ser en ello más eficiente que los otros ajedrecistas (!?).


Por otra parte, Marshall tampoco era docto en la teoría de aperturas y en este encuentro subestimó evidentemente a su joven adversario y trató de hacer experimentos dudosos. Marshall fue un brillante maestro de ataque por su estilo de juego, pues siempre dio la sensación de vencer fácilmente a jugadores inferiores o de igual fuerza, pero estuvo siempre por debajo ante virtuosos en el arte de la defensa, como Lasker y Capablanca.


¡Por ello no debe atribuirse a la casualidad que el resultado del encuentro Capablanca-Marshall (+8-1=14) se pareciese al del Lasker-Marshall (+8-0=7)!.


Tras aquel triunfo que catapultó al joven jugador cubano a nivel internacional podía haber razones para el envanecimiento y Capablanca padeció sus influjos en la medida en que su carácter lo determinaba.


Cuando Capablanca llegó a Cuba para celebrar aquella victoria con los suyos ya lo esperaban en el canal de entrada a la bahía, pues rodeando al barco que lo traía de Nueva York, el Mérida, se desplegaban poco más de una veintena de botes y otras embarcaciones de reducida envergadura formando un alegre cortejo de recepción, encabezados por sus padres y algunos de sus hermanos que lo saludaron y escoltaron hasta el muelle, donde un estruendo de cohetes y el sonido de las sirenas de la capitanía del puerto completaron la sonora ceremonia de bienvenida.




José Raúl Capablanca y Graupera, con tan sólo veinte años era ya un cubano insigne, tocado a conciencia por la genialidad y regresaba cinco años después a su patria en posesión de su segunda corona ajedrecística, ¡la de los Estados Unidos de América!.




(Continuará).


Esperando que os haya gustado este "apasionante" artículo histórico realizado entre tantas crónicas de los torneos actuales:


Recibid un cordial saludo!,

Angel Jiménez Arteaga

aarteaga61@gmail.com


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