miércoles, 31 de agosto de 2011

Como un pájaro enjaulado

Desde que Pillsbury se sintió enfermo (de muerte) nunca fue el mismo.

El maestro norteamericano no obstante intentó que le pusieran remedio a sus dolencias.

Y durante el Torneo de Nuremberg de 1896 visitó a un afamado doctor (muy conocido de Tarrasch) que le ofreció la posibilidad de curarlo!.

Fue tal la moral que cogió, que desde que supo que su vida volvía a tener sentido (luego en realidad aquello no cristalizó), Harry Nelson Pillsbury volvió a ofrecer aquel ajedrez que lo había llevado a la cima en Hastings 1895!.

Cuentan las crónicas que aquella grata noticia le llegó justo antes de su enfrentamiento con el campeón del mundo, Emanuel Lasker, aquel que había osado a plantarle cara en San Petersburgo 1895/96.

Kaspárov nos contó (y también vimos aquí) como una gran victoria de Lasker en aquel torneo sobre el propio Pillsbury, le había afectado a este último psicologicamente de por vida.

Fuera así, que también pudo ser, habría que decir en descarga de Pillsbury (si acaso su enfermedad no fue más que motivo suficiente) que aquella otra tarde de la novena ronda de Nuremberg 1896, se iba a producir una de las partidas más bonitas de la historia del ajedrez.

¡Todo un premio de belleza del torneo!.

¿Cuándo hemos visto jugar así, como lo hizo Pillsbury, a por ejemplo, el actual campeón del mundo Vishy Anand?.

El que les escribe, ¡nunca!, entre otras cosas porque las grandes partidas del mundo del ajedrez no se crean jugando a ritmo de blitz (permitido en las fases finales de los cotejos por una “inculta” F.I.D.E.), deteriorando con ello el verdadero arte ajedrecístico.     

Vd., Sr. Ilyumzhínov, permitiendo estas reglas, está cometiendo todo un “pecado mortal” y algún día lo pagará.   

lunes, 29 de agosto de 2011

Espectáculo

Antes lo que no había era miedo a perder (!?). Y eso hacía que las partidas fuesen disputadas a muerte por los ajedrecistas, hasta el último peón.

Hoy pasa justamente lo contrario.

Esta nueva generación de maestros teme bajar rating elo y firma el empate a las primeras de cambio.

Ello lleva a que en muchos casos, el ajedrez de alto nivel sea anodino.

Encima que hay pocos torneos de gran calibre como estos que estamos viendo: Hastings 1895, San Petersburgo 1895/96 o Nuremberg 1896, la mayoría de las partidas que se disputan entre la élite actual acaban en tablas cuando todavía hay muchas piezas sobre el tablero (??).

Mientras eso ocurre, nosotros nos entretenemos viendo grandes cotejos del pasado, como el que sigue, disputado en la octava ronda del Torneo de Nuremberg de 1896 entre Emanuel Lasker y Mikhail Chigorin.

Me dicen que me ponga a ver ahora la World Chess Cup 2011 que organiza la F.I.D.E. y tengan por seguro que en más de una partida que siga “en directo” acabaría durmiéndome, eso sí, al menos en el sillón de mi placentera casa.

HOME SWEET HOME. ¡HOGAR DULCE HOGAR!.

sábado, 27 de agosto de 2011

El Pillsbury húngaro

Para el Dr. Siegbert Tarrasch no podía certeramente compararse el estilo de Harry Nelson Pillsbury con el de Rudolf Rezso Charousek, al que en Europa se le conocía como el “Pillsbury húngaro”.

La economía de fuerzas del norteamericano así como su coraje defensivo no tenían iguales.

Pero lo cierto es que el destino también quiso que Charousek fuera una “estrella fugaz” pues murió antes incluso que Pillsbury, sólo con ¡26 años! de la “temida” tuberculosis.

La partida que sigue de la séptima ronda del Torneo de Nuremberg 1876 fue un claro ejemplo de lo aquí manifestado por Tarrasch.

De haber tenido un poco más de ímpetu defensivo, Charousek hubiera frenado las envestidas de Mikhail Chigorin, todo un “toro” del tablero!.

jueves, 25 de agosto de 2011

¡A cara de perro!

Y llegamos al final del primer tercio del Torneo de Nuremberg 1896 (sexta ronda) de un total de dieciocho.

Y entonces la clasificación estaba de la siguiente forma:



Y de este modo llegaría un merecido día de descanso.

Lo que sucedió entonces fue una bonita idea. Se dispuso todo para que se realizara una partida en consulta (!!).

El ambiente entonces en 1896, en aquella ciudad alemana, cuna del Dr. Tarrasch, era sencillamente espectacular.

¡Se respiraba ajedrez y del bueno, por todos lados!.

Antes de pasar a ver esa “partida en consulta” y de desentrañar todas las brillantes ideas que encierra(!?) os dejo con una bonita postal de la época:

martes, 23 de agosto de 2011

¡Quién te ha visto y quién te ve!

No somos nadie. Este materialismo (también dialéctico) en que vivimos no es más que un fiel reflejo de lo que la vida puede ser para las personas hasta que se les acaba, en muchos casos bruscamente.

Cuando vimos a Pillsbury rutilante en Hastings 1895 y en la primera parte del Supertorneo de San Petersburgo 1895/96, nada nos hacía suponer que por una juerga incontrolada en una noche de pasión, pudiese luego acabar, entre otras muchas cosas posiblemente más importantes, también jugando al ajedrez tan mal, como lo hizo en la partida que sigue, perteneciente a la sexta ronda del Torneo de Nuremberg 1896.

Su rival era el bisoño pero ya muy fuerte jugador húngaro Geza Maroczy, que venía de darse a conocer en el mundo del ajedrez venciendo en el “Torneo de Reservas” de Hastings 1895.

Su brillante segundo puesto en solitario (después de Lasker) en este certamen, sin duda, que así lo confirmó.

Pasen y vean aquella partida que demostró que Pillsbury ya nunca más iba a ser el que fue, pero por su enorme talento y tras determinadas curas de salud (una de ellas efectuada mientras jugaba este mismo torneo) todavía iba a dar al mundo del ajedrez muchas tardes inolvidables. ¡Al tiempo!.  

lunes, 22 de agosto de 2011

Como fruta madura

¡Cuántas veces vemos partidas como la que sigue!.

El maestro más fuerte se limita a esperar a que su rival afloje y entonces va y vence, casi sin despeinarse (!?).

Así ocurrió en la partida de la quinta ronda del Torneo de Nuremberg 1896, entre Porges y Chigorin.

Lo cierto es que Porges primero reculó con su caballo sin sentido y luego comprometió el otro más de la cuenta.

De esta manera Chigorin con su victoria se colocaba (¡cómo no!) en los puestos de cabeza del certamen.

Antes de pasar a desarrollar su cotejo, veamos una foto suya de una “exhibición a la ciega”:

domingo, 21 de agosto de 2011

Opresión

Viendo la partida que sigue de la cuarta ronda del Torneo Internacional de Nuremberg 1896 entre George Marco y el Dr. Siegbert Tarrasch, pronto nos percatamos del estilo de juego que hizo a este último muy famoso.

Tarrasch solía ganar sus mejores partidas actuando como un rodillo que pasaba por encima de las piezas rivales, ¡aplastándolas!.

Poco pudo hacer Marco para salvar aquel cotejo. Houdini 1.5a w32 ofrece hoy algunas soluciones para las blancas, pero la realidad es que la posición de Marco era demasiado restringida.

Ya se sabe, cuando eso sucede, lo normal en la práctica competitiva es que la partida se decida rápidamente a favor del bando fuerte.

Buen libro el que escribió el doctor legando al mundo del ajedrez sus maravillosos comentarios de aquel magno certamen.

sábado, 20 de agosto de 2011

Con la moral por los suelos

Antes, en los grandes torneos de ajedrez, el espíritu de lucha estaba garantizado y habían batallas en todos los tableros.

Las tablas eran despreciadas (!?).

Este Torneo de Nuremberg 1896 también merece la pena disfrutarlo por ello.

Los maestros eran unos auténticos “colosos” que se fajaban de principio a fin en sus partidas (!!).

El otro día me pasé por el ICC (Internet Chess Club) a ver una partida de la reciente “Superfinal” (así la llaman -?!-) del Campeonato Ruso 2011 entre Grischuk y Krámnik. Cuando vi que firmaron tablas en 21 jugadas, rápidamente me desconecté del ICC y seguí analizando partidas de este torneo alemán (!).

¡De pena resulta la actitud de la mayoría de estos jugadores de la superelite actual, que no pueden más que tildarse como auténticos “miedosos” del tablero!. Que conste.

Se me ocurre proponer aquí a alguien que en contraposición al famoso libro de Richard Reti titulado “Los Grandes Maestros del Tablero” realice otro (para que lo patrocine la F.I.D.E.) que se llame “Los Grandes Miedosos del Tablero”.

La partida que toca ver hoy corresponde a la tercera ronda de Nuremberg 1896 y fue disputada por Wilhelm Steinitz y Emanuel Lasker.

El campeón del mundo castigó la imprudencia temeraria de su avezado rival, que cada vez que jugaba contra Lasker parecía más y más alicaído.

jueves, 18 de agosto de 2011

Caminando sobre un alambre

Seguimos viendo las partidas más interesantes del Torneo Internacional de Ajedrez de Nuremberg de 1896.

Toca ahora comentar la partida de la 2ª ronda de aquel certamen entre dos ajedrecistas menos conocidos.

Uno joven y muy prometedor, Carl August Walbrodt y otro entonces más veterano, Emil Schallopp.

Walbrodt tuvo una vida muy corta, pues desgraciadamente murió joven, con 30 años. Como Charousek sucumbió a la tuberculosis. Aunque nació en Amsterdam, su carrera ajedrecística se desarrolló fundamentalmente en Alemania.

En Hastings 1895 había logrado una puntuación ligeramente inferior al 50%.

En encuentros batió a Schallopp (el otro protagonista de esta partida), a Chon y a von Bardeleben. Empató con Mieses y von Scheve, pero fue derrotado por Pillsbury, Tarrasch y Janowski.

Su carrera ajedrecística duró desde 1891 hasta 1898.

De Schallopp, decir que fue un jugador alemán muy influido por Anderssen y por Zukertort. Aunque nunca llegó a hacerse con un solo triunfo en los torneos internacionales, sus mejores resultados fueron 2º (detrás de Burn) en Nottingham 1886 y también 2º (compartido con Bird, detrás de Blackburne) en Hereford 1885.

Escribió un comentario sobre el famoso match Steinitz-Zukertort de 1886 (10-5) y colaboró en la redacción del apreciado “Handbuch”.

En la partida que sigue, vemos como ambos ajedrecistas estuvieron caminando sobre un alambre durante mucho tiempo, hasta que el joven Walbrodt (ver foto) se terminó imponiendo.   

lunes, 15 de agosto de 2011

Corazón hambriento

Como diría el “Boss” Bruce Springsteen en su mítica canción, todos deberíamos tener un “corazón hambriento” (Hungry Heart).

Esto es lo que nos lleva ahora a pasar del Supertorneo de San Petersburgo 1895/96 al Torneo de Nuremberg de 1896, para seguir viendo aquí la partida más memorable de cada ronda (!?).

En Nuremberg el que luego fuera Dr. Lasker, y ya gran campeón mundial de ajedrez, sentaría de nuevo cátedra. De ese torneo existe un gran libro (¡que seguiremos!) escrito por el “ciudadano de cuna” de aquella ciudad alemana, el Dr. (éste médico) Siegbert Tarrasch.

19 ajedrecistas se midieron entonces en el Museum Society de aquella localidad. Entre ellos, aparte de los cinco históricos de Hastings 1895: Lasker, Steinitz, Pillsbury, Tarrasch y Chigorin estaban maestros consagrados como Janowski, Walbrodt, Schlechter o Schiffers. También habían dos debutantes en torneos de gran envergadura, que luego darían mucho que hablar, los húngaros Maroczy y Charousek.

Empezaremos viendo la partida de la primera ronda, precisamente entre Charousek y Showalter (rival estadounidense de Pillsbury).

En la misma, las crónicas siempre reseñaron el juego emprendedor de la joven estrella húngara, pero deberíamos decir que habría que elogiar también el espíritu defensivo del ajedrecista norteamericano.

domingo, 14 de agosto de 2011

El concepto "tiempo" en ajedrez

Llegamos al final del Supertorneo de San Petersburgo 1895/96 y hemos claramente demostrado con todos estos artículos que el espíritu de lucha de los grandes maestros del pasado era netamente superior a la de los grandes maestros de hoy en día.

Y lo decimos refiriéndonos a la super-élite del tablero.

Mientras los GM’s actuales como Grischuk, Krámnik, Gelfand, Anand, etc. firman con mucha frecuencia empates rápidos, nos despedimos ahora de este supertorneo mostrando la partida de la última ronda entre Pillsbury y Chigorin.

Fueron tablas, pero de nuevo, ¡luchadas!.

Y resultó que Pillsbury no ganó aquella partida, casi de milagro. Sacrificó pero un “tiempo” más tarde y ya se sabe, cuando eso ocurre, la mayoría de las veces no se logra el objetivo fundamental del ajedrez, que es la victoria.

Nos despedimos de estas crónicas petersburguesas con un cuadro de aquellos cuatro “grandes colosos” del tablero como fueron Chigorin, Lasker, Pillsbury y Steinitz:

sábado, 13 de agosto de 2011

Y si no... ¡en consulta!

La verdad es que cuando nos ponemos a ver los grandes torneos de la historia como éste que estamos ahora siguiendo de San Petersburgo 1895/96, nos quedamos impresionados del “fuerte espíritu de lucha” que había entonces y que hoy en día en la élite mundial “brilla” prácticamente por su ausencia.

¡La de tablas en menos de 25 jugadas! que por ejemplo, y así voy al grano, el Campeón del Mundo Vishy Anand ha hecho a lo largo de su carrera!.

Cuando Bobby Fischer renegó, y con razón, de la F.I.D.E. (que es la que organiza los Campeonatos del Mundo y la que pone las “normas”) en realidad fue por motivos como éste:

Una “falta de respeto total” hacia el mundo del ajedrez en la que esos grandes maestros (incluido también su actual Campeón del Mundo) “sellan” empates rápidos convirtiéndose así en cómplices del “patético” sistema instaurado.

Desde aquí corroboramos por tanto, la tremenda “incompetencia” de la máxima Federación Ajedrecística Mundial que preside Kirsan Ilyumzhínov, porque este señor, de negocios podrá saber un montón (¡y habría que verlo!), pero de “historia del ajedrez” y de lo que verdaderamente significa el juego-ciencia al que él “presuntamente” representa, se ve que sabe muy poco (??).

La partida que toca ver hoy corresponde a la de la penúltima ronda del torneo (17) y fue disputada entre los “colosos” Mikhail Chigorin y Wilhelm Steinitz. Fueron tablas, ¡pero luchadas!.

Lo curioso es apreciar como apenas unos días después del torneo, se reunieron la joven escuela representada por “Lasker y Pillsbury” para jugar “en consulta” una partida contra las viejas  glorias, “Steinitz y Chigorin”, dirimiendo allí una vez más, las bondades de la apertura elegida por Chigorin en aquel impresionante Gambito Evans.

Antes de pasar a ver este cotejo de la penúltima ronda, si acaso debemos mencionar otra cosa, que esta vez va dirigida a los “patrocinadores” del mundo del ajedrez:

¡A ver si leen también un poco la historia del ajedrez antes de organizar eventos internacionales!, porque hubo una época en que esta modalidad de “partidas en consulta” estaba muy bien instaurada en la sociedad ajedrecística mundial y de buenas a primera, a ningún organizador se la ha ocurrido retomar aquella interesante idea (?).

Señores organizadores: Para salir de la crisis económica mundial en la que estamos, necesitamos que se retomen las buenas costumbres y ésta sería  sin duda, una.

La idea de organizar un “Torneo en Consulta” igual rentabiliza mucho más vuestro dinero invertido.

¡Tendréis que aprender a ser innovadores!, pues ya se sabe: “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.        

Recreémonos ahora con una postal antigua de la calle Pushkinskaya, en honor a Alexánder Pushkin (1799-1837), poeta, dramaturgo y novelista ruso. Fundador de la literatura rusa moderna.  

miércoles, 10 de agosto de 2011

La tormenta perfecta

Parece que esto fue lo que se desencadenó en el organismo del “maltrecho genio” Harry Nelson Pillsbury cuando habiendo estado tan bien situado en la cabeza de la clasificación del Supertorneo de San Petersburgo 1895/96 le diagnosticaron una enfermedad que en aquel tiempo no tenía cura alguna.

La partida que vamos a ver hoy, de la décimosexta ronda, fue todo un marathon deportivo y al final con su derrota ante Steinitz, Pillsbury también se despidió del segundo puesto del torneo.

Parece mentira que tres de los grandes genios de la historia, los “norteamericanos” Morphy, Pillsbury y Fischer, hayan acabado sus vidas de manera anómala, pero la historia así lo cuenta, muy a pesar nuestro.

Antes de pasar al desarrollo del cotejo nos entretenemos viendo otra postal antigua de San Petersburgo, que muestra a su famosa Avenida Nevsky, de 4,5 km. de longitud:

lunes, 8 de agosto de 2011

Hoy por ti, mañana por mí

Y llegamos a la última vuelta de la quinta rueda (de seis) del Supertorneo de San Petersburgo 1895/96.

Con la disputa de la décimoquinta ronda (de 18) el certamen entraba en su recta final.

Harry Nelson Pillsbury tuvo que pelear a “tumba abierta” para lograr tablas en unos 50 movimientos muy luchados contra el campeón mundial, Emanuel Lasker.

¡Allí nadie “regalaba” nada!.

Por otro lado, en la partida que nos toca ver ahora, la de Steinitz contra Chigorin, la cosa iba por el mismo camino, hasta que un grave error del excampeón mundial, le costó el punto completo (!?).

Aquellas grandes figuras del pasado tenían una clara voluntad de vencer en todas sus partidas.

Las tablas cortas no existían, porque eran auténticos “caballeros” con honor (!?).

Es una pena que con el paso de los años, algo tan destacado para el “desarrollo armónico” de las personas se haya perdido, no solo en el ajedrez sino en todas las facetas de la vida.

Hoy, en la super-élite mundial se hacen “tablas cortas” por doquier y debería existir una Federación Internacional que las controlara y que pusiera difícil que este tipo de actitudes “benévolas” preponderasen.

Pero, ni los maestros actuales están por esa labor, ni la F.I.D.E. hace nada “honroso” al respecto, con la consiguiente pérdida de interés de la prensa mundial.

Así, nunca surgirán grandes patrocinadores y el juego-ciencia se empequeñece.

Cuando Steinitz resignó aquella partida, le tendió la mano a su gran rival, el campeón ruso Mikhail Chigorin, felicitándolo y pareció decirle algo así como: “Hoy por ti, mañana por mí”.

Antes de pasar a verla, deleitémonos con una nueva postal antigua que nos muestra el río Neva que de sus 74 km de longitud, 28 se encuentran dentro de los límites de la ciudad de San Petersburgo.  

domingo, 7 de agosto de 2011

Cuatro islotes de peones

La décimocuarta ronda del Supertorneo de San Petersburgo 1895/96 (de 18) no sirvió más que para confirmar la debacle del genial ajedrecista norteamericano Harry Nelson Pillsbury tras enterarse de que sufría una larga y penosa enfermedad.

El excampeón del mundo Wilhelm Steinitz no tuvo compasión con él y pese a rozar los 60 años, fue capaz de forzar un final de partida hasta sus últimas consecuencias.

Los cuatro islotes de peones débiles de Pillsbury frente a solo dos de su rival, fue el tema básico de esta partida, que con algo de suerte, fue rematada por Steinitz.

Antes de pasar a verla, ofrecemos otra postal antigua de San Petersburgo que muestra la llamada Casa del Pueblo del Zar Nicolás II, el último emperador de Rusia.

sábado, 6 de agosto de 2011

¡Qué cruel es el ajedrez!

Había terminado la cuarta vuelta del torneo y la clasificación ya estaba comandada por el entonces Campeón del Mundo, el alemán Emanuel Lasker (!?):



En el comienzo de la quinta rueda (de seis), de nuevo, Pillsbury seguía “cayendo en picado”.

Todo se desmoronaba en aquel genial maestro cuya característica principal de su juego fue un enorme deseo de vencer, una combatividad sin límites y una magistral elegancia en el tratamiento del medio juego y del final, así como una habilidad pocas veces igualada (¡G.K.!) para efectuar rupturas en la posición adversaria mediante la entrega de peones.

Sin duda, Harry Nelson Pillsbury estaba dotado de una fértil imaginación y un excepcional cerebro, que en numerosas ocasiones puso a prueba con problemas matemáticos y con exhibiciones a la ciega, complementadas con diversos ejercicios de memoria, tales como repetir 30 ó 40 palabras que le dictaban, en el mismo orden o en el inverso.

Desgraciadamente para el ajedrez, su carrera resultó muy corta y una enfermedad incurable diagnosticada, como estamos viendo, durante el transcurso de este torneo, lo llevó a bajarse del trono de Caissa, del lugar en donde estaba predistinado a permanecer durante mucho, ¡mucho tiempo!.

Antes de pasar a ver su triste debacle de su partida de la décimotercera ronda contra el ruso Mikhail Chigorin, nos entretenemos apreciando otra postal antigua de San Petersburgo. En este caso corresponde al Palacio de Invierno, visto desde el río Neva.

Ese edificio es el edificio principal del famoso Museo Hermitage.

viernes, 5 de agosto de 2011

Un peso ofensivo

La idea que rondaba por la cabeza de nuestro ídolo ajedrecístico Harry Nelson Pillsbury tras conocer las funestas consecuencias de su estado de salud, contituía un “peso ofensivo” que le prohibía jugar al ajedrez en gran estilo.

La partida de la décimosegunda ronda así lo demostró, aunque nos sirvió también para confirmar una de las tantas aportaciones que el entonces excampeón del mundo Wilhelm Steinitz hizo al juego-ciencia.

Cuando decimos que esos grandes ajedrecistas han sido los mejores de toda la historia, no lo afirmamos gratuitamente, sino dando ejemplos concretos como el que sigue, guste o no guste a los “acomodados” super-grandes maestros de la generación actual(!?).

Antes de pasar a narrar los hechos, veamos una postal antigua de la Bolsa de entonces de San Petersburgo, en la actualidad convertida en Museo Naval, sito en la Isla Vasilievsky, la mayor isla del delta del río Neva.


jueves, 4 de agosto de 2011

Un compungido Pillsbury

Comenzaremos ahora a ver las cinco derrotas consecutivas obtenidas por el “herido de muerte” Harry Nelson Pillsbury tras su doble debacle de la décima ronda del torneo de San Petersburgo 1895/96; la noticia sobre su temible sífilis y su también dolorosa derrota a manos del entonces campeón del mundo Emanuel Lasker.

En la undécima jornada de la competición (de 18) Pillsbury se midió a un “hambriento” Mikhail Chigorin, que necesitaba remontar el vuelo a toda costa en el torneo.

Lo que sucedió refleja perfectamente ambos estados de ánimo.

Esta vida, queridos lectores, está hecha para vivirla con ¡mucha intensidad!, se tenga más o menos dinero.

Esa es la lección que aprendemos al ver esta partida.

Primero, siguiendo nuestra costumbre, nos deleitaremos con la postal antigua que muestra el Monumento a Catalina II (La Grande) que reinó como emperatriz de Rusia durante 34 años y que fue inaugurado en 1873; al fondo se aprecia el Teatro Alexandrinsky, el más antiguo de los teatros nacionales rusos.         

miércoles, 3 de agosto de 2011

La caída de Pillsbury

Tras haber visto lo acontecido durante las nueve primeras rondas del Supertorneo de San Petersburgo 1895/96, aparte de lo ya relatado sobre el Torneo de Hastings 1895, llegamos a la conclusión de que el norteamericano Harry Nelson Pillsbury tenía todos los “hados” de su parte para proclamarse uno de los grandes ajedrecistas de la historia (¡más aún si cabe!), si no llega a ser por una cruel enfermedad que en poco tiempo terminaría con su mundana vida, ¡libre! como la de los mejores artistas de la historia!.

La partida que sigue fue muy bien contada por Kaspárov en la “Biblia del Ajedrez”, una obra de nueve grandes tomos indispensable para el gran aficionado (que tome nota la F.I.D.E y que la predique) y corresponde a la décima ronda del torneo, disputada entre Pillsbury y Lasker.

Fue justo antes de la misma, cuando un médico le diagnosticó a Pillsbury un mal entonces incurable, la sífilis que se había extendido por su cuerpo en un promedio de sólo 3 semanas… .

El genio, ya entonces un hombre terrenal más, la aguantó todo lo que pudo, hasta 1906, fecha en la que murió con solo 34 años.

Pero ajedrecísticamente, tras la derrota que comentaremos a continuación, Harry Nelson Pillsbury ya nunca fue el mismo.

Podemos casi decir, que por ello, su carrera ajedrecística realmente duró en “máxima efervescencia” hasta los 23 años de edad (¡?).

A partir de ahí deambuló por el tablero a sabiendas que ya nada era igual, pero aún así, su sola genial presencia todavía le procuraría de grandes resultados (!?):
3º en Nuremberg 1896 (de 19); 3º en Budapest 1896 (de 13); 1º en Viena 1898, empatado con Tarrasch (de 19) – su canto de cisne -; 4º en Londres 1899 (de 15); 2º en París 1900 (de 17); 2º en Munich 1900 (empatado en el primer lugar con Maroczy, de 16); 2º en Hannover 1902 (de 18); 2º en Montecarlo 1902 (de 20); 3º en Montecarlo 1903 (de 14); 4º en Viena 1903 (de 10); y por último, su único declive, 9º en Cambridge Springs (de 16).   

Tras la derrota que vamos a ver, que Lasker consideraba a su vez como la mejor partida de su carrera deportiva(!?), Pillsbury quedó traumatizado (por el doble motivo) y sufrió, atención, cinco nuevas derrotas en aquel torneo y de ¡manera consecutiva!.

Las veremos en días sucesivos.

Antes de pasar a ver aquella lucha épica apreciemos una postal antigua del llamado Puente de Nicolás, el primero que se construyó para cruzar el río Neva.

martes, 2 de agosto de 2011

Presión adicional

En el Torneo de San Petersburgo 1895/96, Mikhail Chigorin lamentablemente acababa la tercera vuelta de la competición (justo el ecuador del certamen) en último lugar.

Sin embargo en la partida de la novena ronda que vamos a ver a continuación frente al líder, el norteamericano Harry Nelson Pillsbury, gozó de auténtica mala suerte.

Se comentó en aquella época que organizar, al tiempo que jugar, un torneo de tal envergadura le pasó factura.

Fue una pena.

A lo largo de la historia muchas veces han tenido los propios ajedrecistas implicados que buscarse el sustento de esta forma.

Para que vivir del arte sea “rentable” hay que estar siempre detrás de los grandes mecenas, que en muchos casos, desconocen el tremendo esfuerzo que supone, por ejemplo, pintar un gran cuadro, componer una bonita sinfonía o disputar a un gran nivel, una partida de ajedrez… .

¡Son los gajes del oficio!.

Antes de pasar a ver el cotejo mencionado, observemos seguidamente otra postal antigua del Palacio Anichkov de San Petersburgo, que en el S. XIX fue lugar de recepciones oficiales, bailes y de residencia real.

lunes, 1 de agosto de 2011

Por delante de su tiempo

Steinitz, primer Campeón del Mundo oficial, ya dejó claro que los grandes campeones deben estar por delante de su tiempo y aportar ideas nuevas que sirvan de “leche materna” para todos sus sucesores.

Algo tan simple y lógico y que lo cuenta muy bien la historia del ajedrez es obviado hoy en día por una F.I.D.E. dirigida por gente como Ilyumzhínov y Makropoulos que piensan más en sus negocios que en el mundo del juego-ciencia (??).

Creo que estos personajes han caído en lugar equivocado y todavía no se han dado cuenta de ello; pero claro, aquí estaremos los grandes aficionados como el que les escribe para recordárselos de por vida (!?), así hasta que alguien se los cuente y viéndose “impotentes” para enderezar el mundo del ajedrez, abandonen (!).

El ejemplo de lo aquí manifestado se puede ver en la partida de la octava ronda del Supetorneo de San Petersburgo 1895/96, disputada el 31-12-1895, entre Steinitz y Chigorin.

El campeón ruso, un amante de las complicaciones, se vio maniatado posicionalmente desde un principio.

Aquella partida vino a demostrar que la táctica era sólo una parte más de una gran labor estratégica.

Antes de pasar a verla, nos toca observar una postal antigua de San Petersburgo que muestra la Catedral de la Santa Trinidad y el Monumento de Gloria. Uno de los templos más grandes e impresionantes de la ciudad, que puede acoger hasta tres mil personas (!?). En su momento se construyó a su lado la Columna de Gloria, homenaje a los caídos de la guerra con los turcos de 1877-78.